Reyes Leis en una recepción a aficionados a la Guerra de las Galaxias. De La Amenaza Fantasma a El Imperio Contraataca |
Por Ana Ulla
Lo escuchábamos hace tan sólo dos días en los informativos
de Santiago TV, y no dábamos crédito (o sí, pero entonces no podíamos reírnos,
había que escoger): Reyes Leis podría ser alcaldesa de Santiago si Ángel Currás
se viera obligado a abandonar el cargo. Tras un reflexivo silencio que incluía
un ligero rascado en el mentón, descubrimos un universo nuevo que se cernía
sobre la ciudad. Que doña Reyes sea alcaldesa es más que posible, ya lo fue
Conde Roa y hasta Rubén Cela se presentó en su día con esa idea, por lo que
nada es descartable a priori. Serlo, además, sin presentarse al cargo ayuda a
este fin, como atestigua don Currás, y que el orden de la lista electoral sea
más parecido al de la lista de la compra que al de una jerarquía es algo que
también hemos comprobado en ese último caso. Pero, ¿por qué precisamente Reyes
Leis? He ahí la incógnita. O no.
Aunque de ella siempre se ha destacado su voluntad de hacer
rentable el volar desde Lavacolla (al aeropuerto me refiero), lo que
interesa realmente es comprobar que su bagaje político es más profundo de lo
que puede parecer a simple vista. A pesar del poco tiempo que lleva en el
puesto, doña Reyes ya ha aplaudido, felicitado y acompañado más que muchos de
sus veteranos compañeros concejales. Pero siempre es poco, al parecer.
Y es que tras nuestra periódica ronda consultiva por la
ciudad pulsando la opinión ciudadana, nos ha sorprendido el descubrir el escaso
interés que la operación Pokémon despierta en Compostela, siendo prácticamente
nulo en lo ateniente a la posible dimisión y posterior relevo del actual
alcalde. “Si se va ya pondrán a otro, nada cambiará”, es lo más escuchado. El
motivo parece desprenderse de que este asunto, en nuestra ciudad, se ve en
clave de partido y no de nombres que, por lo demás, apenas son reconocidos.
Este es al menos el sentir de la calle, si bien admitimos que no es lo mismo
encuestar como hacemos en las cafeterías y restaurantes donde se reúne la
materia gris de Compostela, que en los pubs entre amiguetes, las opiniones
suelen ser divergentes con frecuencia.
Si la cuestión, pues, se ve en clave de partido para una
buena parte de la ciudadanía, ¿de dónde viene el interés por repartir la
herencia municipal antes de haber encontrado un oso al que matar por su piel?
Ahí es donde se hace surgir el nombre de Reyes Leis.
Así las cosas, ¿de dónde el afán por promocionar a doña
Reyes como posible alcaldesa a pesar de la indiferencia general? Decir que es
un misterio sería precipitado, nada se hace por casualidad, por lo que siempre lo
más acertado es inclinarse por la solución aparentemente más simple por obvia:
hacer de ella una marioneta. ¿De quién? De quien no para de hablar de ella, eso
lo entiende cualquiera. ¿Y ella se deja? Esto, en cambio, debe responderlo la
interesada.
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