lunes, 7 de enero de 2013

Carta de una militante del PP de Santiago*: ¡NO QUEREMOS MÁS MESÍAS!



Yo fui una de las “movilizadas”, allá por el dos mil ocho para evitar, “a toda costa”, que Gerardo Conde Roa se hiciera con el poder en el partido en Santiago. No me arrepiento de mi postura contraria a él de entonces, pero sí de haber sido engañada y manipulada burdamente por quienes nos movilizaron, como tant@s, con ciertas “promesas” en lo que ahora se recuerda como una de las maniobras políticas más vergonzosas de la democracia en Santiago. Todos aquí sabemos a quienes y a qué nos referimos. Pero no pasó nada.

Hoy no puedo ocultar la vergüenza que me produce asistir al espectáculo de parte de mi partido, de  “aquellos” de entonces que, desde la deslealtad, olvidando sus principios y la más elemental moral y ética, vuelven a la carga por el poder, el que consideran legítimamente suyo a fuerza de repetírselo quienes esperan sacar tajada de él. Es cierto que nadie esperaba nuestra victoria en las pasadas municipales, piedra de toque para poner fin a la era de Conde Roa, por lo que no hubo más remedio, entre quienes me incluyo, de apelar al paso del tiempo en pos de una nueva y renovada dirección que se nos antojaba lejana. La caída del alcalde de la manera de todos conocida, para qué engañarnos, no pilló a nadie de improviso, pero sí sus consecuencias. Recuerdo con sonrojo que muchos se quitaron la careta y en público mostraron y animaban a mostrar sus ansias públicas de venganza, casi siempre personal, en uno de los episodios más negros de nuestra historia como agrupación local. Pero tampoco esta vez pasó nada.

Llegó, en fin, Ángel Currás y con él una nueva dosis de incertidumbre de la que aún no nos hemos recuperado, y con él la Operación Pokémon de la que es posible esperar cualquier cosa. Y hasta aquí llegan los hechos.

Hoy, en nuestro partido, solo hay miedo. “Aquellos” que en su día batallaron contra Conde Roa se sienten renacidos, lo vemos aquí cada día, pero sabiendo que solo es posible engañarnos una vez, sus posibilidades pasan únicamente por dos opciones: el buen o mal fin de la Pokémon, y el miedo al que antes me refería, creando en las siempre pusilánimes bases del partido la creencia de que “todo esto se viene abajo” y al que coja en el lugar inadecuado se le habrá acabado su vida política. El miedo, sí, que se traduce en la búsqueda de divisiones y desconfianzas entre nosotros. Todo lo que huela a cargo electo, se nos dice, desaparecerá. Es decir, todo el que haya sido “algo” desde el dos mil ocho hasta hoy solo le queda pasarse a los “nuestros” o fenecerá...

¿Todos? Sabemos que no, que hay un grupo, con el que no comulgo, que parece mantenerse firme en esta nuestra tormenta, un grupo más numeroso de lo que parece pero silencioso, posiblemente más mayoritario que el que está agitando la división, real pero inocua, entre nosotros. ¿Acaso no sabemos quiénes filtran las informaciones que luego aparecen en prensa o, directamente, la redactan? ¿O quiénes, a su antojo e interés, se atreven desde nuestra sede a etiquetarnos por grupos, agruparnos en torno a tal o cual de los pesos pesados pensando únicamente en alcanzar ese poder a través de la división? Pero tampoco esta vez pasa nada.
Todos sabemos quiénes lo hacen y para qué, qué les mueve a promover a esa división y cuáles son sus fines últimos. Aquí todos los sabemos…y callamos porque un día, no muy lejano, se harán al fin con ese poder que desean como enfermos. Solo tienen que esperar, es cuestión de tiempo se dice, de minar su propio partido, utilizar como marionetas a recién llegad@s aprovechándose de caracteres volubles y deslumbramientos (como en el dos mil ocho), y todo bajo la amenaza (otra vez el miedo) de que esto se acaba y solo ellos son el futuro. A mi misma ya se me ha preguntado con quién estoy, y se ríen en mi cara cuando respondo “con la ciudad y el partido”. Claro, yo no tengo negocios ni nada que perder. Conseguirán acabar con todos y en ese aparente caos solo quedarán ellos…los causante del caos, precisamente. Pero tampoco esa vez pasará nada.

¿A quién poder dirigirnos para denunciar a quienes traicionan a su propio partido? ¡A nadie!, al partido en Galicia solo le interesa la paz, que pase cualquier cosa pero que nadie alce la voz, véase el caso Baltar o el del propio Conde Roa, o de cuanto aquí estoy contando.

Así estamos en Santiago. Mañana “aquéllos” tendrán el poder. La ciudadanía debe saber que ya no estará en manos de personas bufas, torpes o malas gestoras. No, estará en manos de personas a las que solo les importan ellos mismos y sus negocios. ¡Nada más! Ni siquiera, tan cerca lo sienten, se esfuerzan en ocultar sus intenciones. Nosotros lo sabemos, todos lo sabemos en el partido, pero la posibilidad de tener una parte de ese pastel es demasiado tentadora, y “aquellos” lo saben. Para entonces nuestro partido, aquel al que nos unimos hace tantos años, habrá dejado ser un medio con el que conformar la sociedad para convertirse en un negocio. 

* Enviada a nuestra dirección y que, por deseo expreso de la remitente , no se menciona su identidad.




1 comentario:

Anónimo dijo...

Los Cívicos volverán a fracasar. Por el bien de Santiago, confianza y unidad.

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