Tras el pleno del fin del mundo: ¿debe dimitir Ángel Currás por su complicidad con la corrupción municipal)

Por Ana Ulla

La piedra es el único elemento de la naturaleza que no se aparta cuando ve llegar a un  hombre por segunda vez. Tal vez por ello de piedra están hechas las paredes Raxoi, radón incluido, y de piedra se hacen los corazones más tiernos, los de las poetas, y las inteligencias más selectas. Había que ser muy ingenuo o muy ocioso como para pensar que el pleno extraordinario de ayer iba a servir para otra cosa que para las dietas porque, si lo pensamos bien, cuando los ordinarios resultan soporíferos, anestésicos, cansinos e insoportables, imagínese cómo serán los extraordinarios. Acusar, atacar, negar, repetir titulares de prensa, consignas, volver a negar, pokemizar, negar todavía más…y pare usted de contar.

Lo que nunca cambia es el hecho de que cada cual cuenta la feria según le gusta el algodón en ella. Decenas de compostelanos, entre tres y cinco decenas según las imágenes, protestaban contra la corrupción a la puerta de Raxoi mientras en su interior el alcalde Ángel Currás espetaba al convocante de la “fregonada”, Rubén Cela, que “ao mellor lle recordamos nomes, contratos e amigos” a propósito de determinadas irregularidades municipales. No, Currás, no es al Bloque a quien debe recordarle nada, sino a los ciudadanos a quien debe contarles qué es lo que sabe sobre ellos y calla. Como nos oculta también el “cómo contrataba (Bernardino) Rama, cómo eran os seus procedementos”. O nos lo cuenta a los ciudadanos o se convierte en cómplices de aquellos a los que amenaza con amenazar tirando la mano y escondiendo la piedra.

Y se queda tan pancho este Currás.

La pregunta se hace obligada: ¿qué sabe Currás de irregularidades del bipartito que prefiere callar o que, como si de un perro rabioso se tratara, asoma de vez en cuando para callar bocas? ¿Sabe y calla? ¿Saben que sabe y se callan? ¿Callan porque saben que sabe callar?

La enésima burla al ciudadano de los tres partidos, los que saben dónde tiene cada cual su fruta podrida, lo saben y callan para que el otro calle lo que sabe. Un fraude político. Sí, queremos saber cómo contrataba Bernardino, quiénes eran los buenos amigos de Cela, cuáles los singulares procedimientos para contratar. Pero no, Currás se lo calla. Y PSOE y BNG tragan quina porque ninguno rechistó, ninguno movió una pestaña al derramarse sobre ellos la sombra de la sospecha, ante las amenazas del  primer edil. Si consitieron como así pareció ser, ¿es el alcalde tan cómplice como ellos? ¿No tenemos los ciudadanos derecho a saber lo que él sabe a menos que le obligue un juez a largar?

Hasta ahí llegó el interés del pleno y las ilustres fregonas. Luego llegó Paula Prado para despedirse y una se acordó de las palabras de una gran combatiente en la cruzada feminista local, “una cosa es que se luche por el acceso de la mujer compostelana a altos puestos de responsabilidad política y otra que esa mujer acabe siendo Paula Prado, no confundamos”.  

Eso sí, hay que reconocerle al alcalde un punto en que estuvo acertado: ¿por qué ninguno de los partidos de la oposición reclama elecciones anticipadas?