Publicado en SANTIAGOSIETE el 11 de Enero de 2008
DE LOS AMANTES DE RAXOI
Vuelven las lluvias con sus tormentas, pero agua pasada ya no mueve Molina, aunque sea ministro. Y es que no todos los días acude a Santiago un miembro del Gobierno como mandan los cánones, digitales, ni se antepreinaugura una biblioteca vacía, ejemplo de surrealismo electoral en estado puro. El caso es que hubo cierto malestar en el equipo de gobierno a cuenta de ciertas ausencias, y aunque algunos hablaron de minicrisis municipal, si nos fijamos bien veremos que más bien es un anodino episodio de celos. Veamos
Como ocurre en las telenovelas de enamorados, tras consumar el acto se produjeron las típicas sospechas de infidelidad, que si no me llamaste, o que quién es esa prima a la que quieres más que a mí. Así que comenzaron a discutir como adolescentes amenazándose con devolverse las fotos que se habían hecho juntos, y a reprocharse que cada uno quiera estar solo con sus amigotes, a pesar de haberse jurado amor eterno sobre un código ético. Y sufren porque han de seguir viviendo bajo el mismo techo por culpa de la hipoteca que firmaron. Es cierto que el roce hace el cariño, pero los roces acabarán acabando con él. Entre recién casados, de los dichos al hecho hay un gran trecho.
Reconozcamos que no son fáciles las relaciones de familia, pero cuando hablamos de la familia política el asunto se torna peliagudo. Por eso no han faltado tampoco alusiones a la conselleira Bugallo, la misma que iba para Reina Lupa pero que acabará convertida en Lupita de Los Lunnis si sigue comportándose así. La criticaron, ya sabemos, por haberse casado de penalti con el asunto de las selecciones autonómicas. Lo cierto es que solo han transcurridos dos años desde la boda en Raxoi y ya andan tirándose las promesas a la cabeza. Y, para colmo, en un par de meses tendrán que renovar los votos nupciales. Mala cosa es cuando en la pareja falla la comunicación corporativa. Tanto como se querían, ignoran que su peligro es conde y, sus peleas, solo fueron por culpa de tirar unos besos inocentes al vate. Como en la canción, se les va a romper el amor de tanto usarnos.
José María Sánchez Reverte
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