Por Lupe Castiñeiras
Quienes en lugar de pagar las deudas que van dejando allá
por pasan pierden el tiempo elucubrando sobre los cambios horarios poseen, a
juicio de quienes han de soportarles, la doble virtud de incrementar el índice
de cachondeo que sobre ellos se cierne (sí, siempre es posible hacer un poco
más el ridículo por difícil que parezca), al tiempo que crece la lástima que
provocan. Como si a alguien le importara el tema. Tal vez gozar del mismo huso horario que Mali o Togo porque allí se
lo montan mejor con los soles y las lunas nos haga más adelantados, pero no
menos miserables a la hora de maquetar o encuadernas la historia de nuestras
mentiras.
Con ese retraso, en el reloj nos referimos, volvieron a llamar
a la puerta los avispados señores del fórum Gastronómico, esa entelequia salpimentada
con la algunos se ponían las botas a costa de dejarnos usar un nombre sin
apellidos en lo que la llamada “marca Compostela” no difería mucho de un Mini
Babybel sin desenvolver, señores que venían a vivir unos días a acuerpo de
señor de taifas a costa del contribuyente para llenarse las tarteras mientras
esperábamos que, al despedirnos, les diésemos las gracias. Hizo bien el Concello,
posiblemente sin pretenderlo como ocurre en estos casos, devolviendo los platos
por estar demasiado crudos, que allá en Coruña no les faltará espacio, animación,
claque ni financiación, que materia de engaños gastronómicos no está el horno
para bollos. O acaso que lo paguen los Reyes, don paco y doña Leis, de sus bolsillos, que para eso lucen tipo, a
imagen y semejanza del hombrecillo de Vigo, el cainita don Abel para quien
llevarse un vuelo de Iberia a Madrid con maneras de trilero le ha sabido a victoria celtarra, que se lo lleve mientras
le quede guita, ese vuelo matutino a los madriles
perjudicará a un puñado de compostelanos que, en efecto, pero aún está por ver
a quién beneficiará más allá de lo que dure un titular de periódico.
Porque de titulares andamos sobrados, casi tantos como
suplentes que durante un año esperan calentando en la banda ancha a ver si la
lucense jueza se decide a desvelar el secreto de sumario, que va camino de ser
de Fátima, de tan pokémica operación. Un año con sus mediodías, sus noches y
sus incendios, una cuenta atrás de cangrejo en la que después de tanta prórroga
solo nos queda saber quién tirará, y fallará, los penaltis.
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