lunes, 23 de septiembre de 2013

Cómo convertirse en un referente cultural en Compostela. Decálogo.


Por Lupe Castiñeiras

1.       Sea cosa sabida que el goce concupiscente de la cultura ha de prestarse sin ropajes ni impedimenta como cortesana aseada, que no sea la fatiga de los dineros o los afanes de los trabajos obstáculo el viaje del culto a  los olimpos, que mayor ventura no hay para la cultura que beber de las fuentes de las públicas administraciones sus peculios, de las universidades sus dispendios y de la res pública sus mercedes, que o vive usted a costa de la administración o lo lleva usted crudo como chuletón del Franco. Sea.
2.       Que no haya en la villa evento ni musa que no participe risueña de su asistencia, algarabía pinacotéquica, concierto de orgando, filarmonía de raso, exposición o desfile en que la presencia del culto no sea contada entre el número de los justos, que no haya daguerrotipo en el que no figure ni crónica fucsia que no comience por su nombre, que no se pierda una, vayamos a decir. Sea.
3.       Que no sea cosa de disputas partidistas las herencias de aquestos requiebros, que para el culto el arte y sus esencias no entiende de entendederas, sea el amante querido por las diestras y las siniestras, que los triclinio de los poderes no alcanzan a calentar nalgas antes de buscar repuesto del que mane, como fuente de la eterna subvención, aquel que ha de surtir la impronta y sus legados. Sea amigo el culto de gesntes de derechas y de izquierdas, que las concejalías de la cultura, como la dona, e mobile.  
4.       Sea cosa de gran gozo y abisal deleite el conocimiento de las lenguas del mundo, que no hay rincón en esta tierra do babel y más sus esquinas no canten las excelencias de las doñas y los dones por las lenguas, que siempre ocasión tendremos de postergar donosos si acuciados somos de demostrar en sobre los silbos del aire aquello de los que presumimos allende las fiestras, que si alardeamos de saber idiomas cultos, ya tendremos ocasión de zafarnos de su prueba. Sea.
5.       No escatime al neófito culto alzar las alas y hacer camino donde sendas y silveiras otros ven, que viaje allá donde le lleven las soberanas voluntades, que acuda donde la llamada del arte y la cultura se hace verbo transitivo porque no hay cosa más noble para un servidor de la cultura que conocer el mundo, por más que ese conocimiento no suela ir más allá que de sabatinos días, vales del dos por uno o cafeterías de aeropuerto. Pero sea.
6.       Celosa es cultura para quienes con ella se desvisten, y no sea la lectura compulsiva de los dominicales suplementos otra cosa que gracia y tesón por conocer nombres, lugares y eventos de los que luego verter, que non haya personaje en cursiva y negrita cuyo nombre no conozca el amante ni apellido que no venere, atibórrese de leer suplementos culturales so pena de parecer un fugitivo del nodo.
7.       Sea el amante de la cultura amigo de quienes complacen a las bellas artes, que en la compaña santa de los artistas en donde se acrisola la pulpa de los oráculos culturales, cuidando con esmero que estos artistas huelan bien, hayan sido desparasitados y gocen de las prebendas que Apolo les tiene reservada en plateas y palcos repletos, que no es cuestión de confundir por euforia a un artista con quien pide por la calle, prudencia obliga a conocer antes el caché del desheredado para presentarle sus respetos y sus labios y más sus mejillas. Sea también.
8.       No deje el aspirante a culto de conocer el último clamor social por ventura de acudir raudo a su defensa, cuestión que con decir –ismo hoy o –dad mañana, ya está todo dicho, busque, colecciónelos y otórguele su beneplácito sin atender a su contenido, que su agradecida virtud será materia bastante para salir airoso y ser llamado moderno, que no haya aroma más delicado para el culto que la transgresión cuando viene de la mano enguantada en terciopelo de la jocundia, que no permita tener por amable corriente que tenga menos de un siglo, salvo personal capricho excusable. Cúmplase.
9.       Es cosa de gran sabiduría no dormirse en los laureles ni beber de estancados remansos, que sea el aspirante a culto exigente implacable, que nunca tenga a bien conformarse con la oferta cultural que quepa en un cartel, reclame siempre más sin detenerse a saber más qué, que esa no es cuita que le socave, quéjese de las autoridades salvo de la que algún mendrugo le acerque, que sea su clamor la sequía de arte y artistas para que no haya alma sensible que conmovida pueda decir cuán insondable es su amor por las artes que todo le parece poco. Sea.
10.   No es cosa que sea permitida al culto asombrarse, admirarse o sorprenderse por manifestación artística alguna, que toda obra y ubre sea a sus ojos como una antigua amante, que toda la presente como ya conocida para él, aunque tal no sea, que desdeñoso asista y escuche a los otroros hablar como si para él fuese néctar ya pasado y saboreado en su boca de pitiminí. Sea así por último.

11.   Iten más, diga el culto ser de izquierdas. No se sabe el motivo, pero funciona. Cúmplase.

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