Partido Votos Votos(%)
Compostela Aberta 16.327 34.58% 10
Partido Popular 15.869 33.61% 9
PSdeG-PSOE 6.919 14.65% 4
BNG 3.277 6.94% 2
Ciudadanos 2.285 4.84% 0
CxG-CCTT 1.112 2.35% 0
SAIn 301 0.64% 0
C 21 139 0.29% 0
Por Ana Ulla
Hacen mal quienes se esfuerzan en frivolizar con los
resultados electorales, pues parecen ignorar que de ellos dependerá quiénes
sean los pregoneros las próximas fiestas del pueblo. Ahí están los casos de
Santiago y de Compostela, lugares donde se cumplieron todos los pronósticos
para que al final no ocurriera nada de lo previsto. Ahí está un flamante Martiño
Noriega arropado por sus huestes y sus treces llaves del paraíso en la tierra,
el único que ha sabido reunir en torno a sí todo lo que antes era un no, mérito
bien fajado el del galeno llegado desde el muy más acá para segar y recoger el
fruto electoral que entre unos y otros han puesto a sus pies en bandeja de lata.
Quien apunta ser nuevo alcalde de la
ciudad se ha presentado como la opción ciudadana, el pueblo, mérito aún mayor
para quien lleva en la cosa política más tiempo que la mayoría representando
más y mejor que nadie, paradoja entre las paradojas, lo que es la casta.
Junto a Noriega, en ese cuadrilátero de cinco lados, queda un
Pp noqueado como sparring de medio pelo, deambulando torpe por la lona,
aturdido, pero el único que ha quedado en pie tras esta trifulca electoral,
enorme mérito de sus gestores a pesar de sus gestores y aviso a navegantes y
navegadores para un futuro que es ya, saber que en esta ciudad los niños nacen
con un pan bajo el brazo, y una papeleta popular dentro de ese pan.
Y entre primero y segundo, los cadáveres, políticos, socialistas,
de quienes ya crían malvas y tréboles, y huelen mal, el rostro congestionado,
la saliva en la comisura de los labios. Esperaban que les adelantaran por la
izquierda, pero les pasaron por encima, por el lugar donde nunca miran los
soberbios. Y el cuerpo sin vida, política, de un Rubén Cela que para la única
vez que merecía callar, habla, y simplemente dice que ‘misión cumplida’, la de
que no ganasen los populares, un programa que se ha demostrado corto, muy
corto. Cortito.
A la vista de estos resultados quedamos confiados en poder
resolver dos incógnitas: la primera, si ya de una vez sabremos si los
vencedores nos representan o no de una puñetera vez, o todavía hay que esperar
algo más. La segunda, el próximo partido por el se presentará Canedo.
Ahora Santiago vuelve a ser Compostela siquiera por unos
días, una ciudad rebelde que nunca debió dejar de serlo después tragar sin saborear
las hieles del anterior triunfo popular, y especialmente tras la narcotización
a que fue sometida por los gobiernos de ‘progreso’. Rebelde como corresponde a una ciudad
universitaria cuando toman el mando los jóvenes, siempre inmortales, y no sus
cargos claustrales abonados al parasitismo ‘cultural’.
Vayan hasta ahí los datos objetivos, ya que nuestro sistema
electoral, por fortuna, es el único europeo donde todos ganan, donde ser activo
o pasivo carece de importancia. Es la hora bruja de los acuerdos pero sobre
todo de los recuerdos, de lo que pasó y de los que pasaron con penas y sin
gloria. De cómo resulten los pactos con socialistas y nacionalistas dependerá
la credibilidad de Noriega. De si se dejará seducir por un Psoe que ya anda pintándose
los labios y colocándose las medias de rejillas moviendo buscona el bolso, o de
las gentes de Cela, que se mueven entre la duda y la deuda histórica. Mientras
llegan merece la pena pararse a pensar si estos datos son o no extrapolables,
cosa que va por barrios, o regodearse en la caricatura de Feijóo mareado con la
que pretender ocultar, vano intento, comportamientos vergonzosos.
Es esta mañana hora de celebrar la llegada de Martiño y que
sea él quien salte al ruedo frente a un morlaco de siete cuernos. Noriega, llegó,
vio y pateó la fachada de Raxoi para demostrar que era de cartón, solo un
decorado, apenas atrezzo frágil detrás del cual sea abren los bosques y entra el
aire renovado que lo mismo sirve para refrescar que para la pulmonía. Tiempo
habrá. Quien vuelva a Santiago la encontrará tan cambiada que parezca que siga
igual. Tan distinta que pocos tendrán problemas en reconocerla.
Santiago ha
hablado para dejar dicho que sigue siendo más de viño da casa que de gintonics.
Ana Ulla: lampreasyboquerones@gmail.com
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