Publicado en SANTIAGOSIETE el 29 de Junio de 2007
Tengo para mí que una feminista radical es un machista muy bien afeitado, un ejemplo de radicales libres. Sin frivolizar sobre un tema que está que arde, viene esto a cuento del anunciado fracaso de la ley que prohibía enérgicamente la violencia de género, una ley tan cacareada para quienes se portan como gallinas. Personalmente no creo que exista eso que llaman “violencia de género”, sino más bien una constante social del número de cafres, siempre según estadísticas policiales y judiciales. El maltratador no entiende de leyes divinas o humanas, ni quiere a la esposa ni teme a las esposas. Nada se le interpondrá en su obcecación y si tiene orden de alejamiento empleará un rifle a distancia, si le cambian la cerradura le descerrajará la cabeza, y si pierde el juicio perderá la cabeza. La mató porque ya no era suya.
Para este problema puede que se equivoque el punto de partida, que las leyes del país de la Abeja Maya no sirvan aquí. También está prohibido asesinar, defraudar y prevaricar y ya ven, no basta con desear el fin de un problema para que se cumpla. Creyó que se casaba con un Príncipe Azul y resultó que era cianosis.
…………………..
Pero sin demagogias de todo a cien, tales como enterarse a la vejez que un balón de fútbol o una muñeca Nancy son juguetes sexistas. Dicen que no hay mujer maltratada sino mujer que se calló cuando el primer grito. No lo sé. Pero hay que pelear y conseguir la igualdad del hombre y la mujer con la misma fuerza con la que hay que defender su diferencia como señora, amiga o madre. Nunca entenderé a quien prefiere una liga de fútbol a una con encajes, ni la axila de un colega a unas gotas de Channel. Porque al volver a casa es como si a la mujer se le pusiera cara de árbitro comprado y acaba pagando los platos rotos antes de fregarlos. Y es que si pedimos igualdad a la hora de cobrar, que sea solo en el sueldo.
Pensemos que de todas las calamidades que hay en nuestro mundo de hoy, las mujeres son la excepción, aunque con regla.
José María Sánchez Reverte
Tengo para mí que una feminista radical es un machista muy bien afeitado, un ejemplo de radicales libres. Sin frivolizar sobre un tema que está que arde, viene esto a cuento del anunciado fracaso de la ley que prohibía enérgicamente la violencia de género, una ley tan cacareada para quienes se portan como gallinas. Personalmente no creo que exista eso que llaman “violencia de género”, sino más bien una constante social del número de cafres, siempre según estadísticas policiales y judiciales. El maltratador no entiende de leyes divinas o humanas, ni quiere a la esposa ni teme a las esposas. Nada se le interpondrá en su obcecación y si tiene orden de alejamiento empleará un rifle a distancia, si le cambian la cerradura le descerrajará la cabeza, y si pierde el juicio perderá la cabeza. La mató porque ya no era suya.
Para este problema puede que se equivoque el punto de partida, que las leyes del país de la Abeja Maya no sirvan aquí. También está prohibido asesinar, defraudar y prevaricar y ya ven, no basta con desear el fin de un problema para que se cumpla. Creyó que se casaba con un Príncipe Azul y resultó que era cianosis.
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Pero sin demagogias de todo a cien, tales como enterarse a la vejez que un balón de fútbol o una muñeca Nancy son juguetes sexistas. Dicen que no hay mujer maltratada sino mujer que se calló cuando el primer grito. No lo sé. Pero hay que pelear y conseguir la igualdad del hombre y la mujer con la misma fuerza con la que hay que defender su diferencia como señora, amiga o madre. Nunca entenderé a quien prefiere una liga de fútbol a una con encajes, ni la axila de un colega a unas gotas de Channel. Porque al volver a casa es como si a la mujer se le pusiera cara de árbitro comprado y acaba pagando los platos rotos antes de fregarlos. Y es que si pedimos igualdad a la hora de cobrar, que sea solo en el sueldo.
Pensemos que de todas las calamidades que hay en nuestro mundo de hoy, las mujeres son la excepción, aunque con regla.
José María Sánchez Reverte
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