El Sermón De La Montaña Gaiás

Publicado en SANTIAGOSIETE el 7 de Septiembre de 2008

Con las piedras que nos tiramos contra los propios tejados, en Compostela se ha levantado un monte y en lo alto se ha colocado una Ciudad de la Cultura. Pero como nunca llueve a susto de todos, no ha faltado una voz discordante para tamaña aventura, ni un legítimo pataleo con zapatos de plataforma, aunque de las cívicas. Una campaña de críticas que solo se entiende desde el beber cumplido. Resulta extraño que haya quien no quiera que el proyecto de esta Cidade llegue a buen puerto, aunque no sea exterior, porque lo claro en este turbio asunto es que lo que sea bueno para Santiago, lo será para Galicia y al final será bueno para todos, y por eso hace bien el Concello en aunar esfuerzos en esta disputa de patio de vecinos. En realidad no se sabe si molesta el que esté en Santiago o el que se la relacione con esa “cosa” que es la cultura, o ambos motivos, pero hemos de agradecer a los actuales detractores del Gaiás el que gracias a ellos parece que por una vez se hará piña en torno a un proyecto común que ha pasado de tenebroso a ilusionante, y en agradecimiento se debiera proponer que la futura Cidade contara con una placita que llevara el nombre de tanto resentido, con rótulos en letra bastardilla.

Y es que en materia de subvenciones es frecuente escuchar “todos a por una”, esa variante gallega de Fuenteovejuna, y eso no es de recibo tratándose de dineros públicos. No se entiende que un proyecto de esta envergadura tenga tan mala prensa y se empleen hercúleos esfuerzos en que con esta tormenta todo quede en papel mojado. Si es cuestión de cuartos, los medios pierden enteros esgrimiendo periódicamente argumentos demagógicos de todos los tipos y colores, empezando por el amarillo envidia, porque solo con el tiempo sabremos si con este edificio le ha tocado la lotería a nuestra ciudad o perderemos hasta el reintegro de lo que ha costado. Ojalá quienes tanto se oponen de esta forma al actual proyecto acaben por poner todas las cartas sobre la mesa, así conoceremos al remitente.