Para poder rescribir, sobrescribir la historia se hace necesario borrar antes lo escrito por el que nos precedió pues, si escribimos encima, solo tendremos una especie de mancha ininteligible, un borrón de los cuenta nueva que nos obligará a leer entre líneas. Y eso suele acabar resultando aún más peligroso, pues es lo cierto que no hay régimen político por inocente o bienintencionado que sea que no lo haya practicado con mayor o menor alcance.
Existe, además, otra historia, la no escrita, la vivida, la recordada cuyo borrado sin embargo, se le ha encargado al tiempo, a la ley de vida como suele decirse, de tal suerte que vencidos los calendarios las nuevas historias ya estarán del todo implantadas. Y esa otra historia recordada más que historias serán batallitas de abuelotes, de todos ellos.
Lo que ha ocurrido es que la Televisión de Galicia ofreció un debate que pretendía centrarse en la Memoria Histórica, bien aderezado con invitados de bastante postín y argumentaciones para casi todas las entendederas. Y sin embargo a las primeras de cambio cualquiera pudo darse cuenta de la maldad penúltima del asunto. La historia está siendo juzgada en términos políticos. Eso sí, con arsenales de razones de justicia, memoria, reivindicaciones e incluso humanitarias. Pero se mire por donde se mire es un juicio político a la historia, ni mejor ni peor que el practicado en tiempos de Franco, simplemente el mismo cambiando las charreteras por las corbatas. Una españolísima característica empero sobrevuela el debate, el de los buenos y los malos, pues la represión franquista fue obra de los malos y, pues así se apuntó en el debate que decíamos, la derecha española es la “heredera” de esos malos. Y punto, marcados, manchados, sucios para siempre. Esto con ser astuto, no es justo. Ya lo dijo el señor Aymerich a propósito de los genes de la derecha en el Parlamento de Galicia y ese es el mensaje que, con sus peculiaridades adaptadas, se reproduce en cada comunidad autónoma. Cualquier persona decente entiende y apoya el tema de la Memoria Histórica en términos generales, pues hay puntos que verdaderamente rozan la paranoia, pero siempre a condición de que los políticos saquen sus perversas manos de ella.
Así que, rescribiendo a Machado, Antonio, podríamos decir aquello de “españolito que vienes al mundo te guarde Dios, una de las diecisiete Españas ha de helarte el corazón”.
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