Cuenta SANTIAGOSIETE una de esas cosas que a la larga solo logrará que se importe un CAC estilo catalán a Galicia. Se trata del índice de actividad de los diputados nacionales por la provincia de Coruña, los más activos o floridos, y los más parados o vegetativos. Y de entre todos ellos quiere destacar la parsimonia con la que Conde Roa se toma sus deberes parlamentarios. No, no es que el señor Conde trabaje poco, es que los demás son unos exagerados con eso de las iniciativas, o bien confunden la cantidad con la calidad. Basta imaginarlo cómo en el arrobo de la lira ve pasar a Belén Do Campo cargada de papeles estériles, un trabajo para el que la ciencia de la vida no le ha llamado ni dejado mensaje porque la política, al fin y al cabo, es sabiduría. A la vista de sus cuatro, sí cuatro, iniciativas parlamentarias, no cabe duda de que el señor Conde es persona más dada a la reflexión profunda que a la acción, más amigo de la serena contemplación que de bullicios y ajetreos, más de estudio tenaz que de conclusiones precipitadas. No, no se le debe juzgar por su aparente falta de actividad parlamentaria porque también así era Zapatero en sus tiempos y ahora lo encontramos en la reunión del G – Taitantos.
Por este motivo no es noble que Conde sea criticado sino al contrario, conseguir hacer lo poco que hace tiene mucho pero que mucho mérito, tanto que cobra por ello, y cualquiera no sirve para eso. A la pregunta de qué hace Conde por Santiago, la respuesta es tan sencilla como espiritual: pensar. Sí, pensar, y a buen seguro que cualquier día conoceremos el qué, pero de momento nos consuela saber que el hombre que ganó las municipales reflexiona sobre su ciudad y no pierde el tiempo en encrucijadas madrileñas, una reflexión sentida, apacible como un atardecer dorado, pausada y cristalina como las aguas de un arroyo…vamos, lo mismo que el que esto escribe pero llevándose además un pastón sin dar palo al agua de ese arroyo.
Por este motivo no es noble que Conde sea criticado sino al contrario, conseguir hacer lo poco que hace tiene mucho pero que mucho mérito, tanto que cobra por ello, y cualquiera no sirve para eso. A la pregunta de qué hace Conde por Santiago, la respuesta es tan sencilla como espiritual: pensar. Sí, pensar, y a buen seguro que cualquier día conoceremos el qué, pero de momento nos consuela saber que el hombre que ganó las municipales reflexiona sobre su ciudad y no pierde el tiempo en encrucijadas madrileñas, una reflexión sentida, apacible como un atardecer dorado, pausada y cristalina como las aguas de un arroyo…vamos, lo mismo que el que esto escribe pero llevándose además un pastón sin dar palo al agua de ese arroyo.
1 comentario:
Bravo Reverte! Maravillosa columna. Tienes que publicarla el viernes en el santiagosiete y que te lean a porrillo
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