El Vigilante de la O.R.A. (VAMPIRUS ASFALTICUS) es un singular espécimen importado de otros ecosistemas que ha mostrado en Galicia una sobresaliente capacidad de adaptación al medio urbano, un género semiparasitario conocido por su habilidad para el mimetismo en condiciones no siempre fáciles en las que logra la inadvertencia al confundirse entre la masa de otros grupos animales con los que comparte hábitat y de los que se alimenta sagazmente, simulando ir o venir de ninguna parte hasta el punto de haber desarrollado la habilidad, según algunos estudiosos, de aparentar un movimiento de extremidades sin generar desplazamientos. Al igual que el camaleón, entre otros seres, es capaz de desacompasar la vista utilizando uno de sus ojos articulados exclusivamente para el seguimiento de la víctima mientras que con el otro simula estar ocupados en otras cosas, y una vez elegido el objetivo emplea lo que ha venido en llamarse una táctica descuidera al modo de algunos ofidios y consistente en acercarse a ella e inadvertidamente punzarla levemente con su aguijón retráctil inoculando a la presa un veneno parecido a la tinta del calamar para alejarse inmediata y disimuladamente, debiendo pasar unos minutos u horas antes que la incauta se percate del ataque, cuando empieza a hacer efecto la dosis inyectada comenzando por afectar principalmente al sistema nervioso con síntomas de alteración, mirada perdida y destructiva, obstrucción del pensamiento y diarrea verbal en forma de exabruptos apenas ininteligibles, no obstante lo cual aún puede marchar de la zona del ataque cobrándose el Vigilante su presa un tiempo después.
Esta especie, no obstante, ha encontrado su nicho en la naturaleza gallega hasta el punto de gozar de especial protección por parte de las autoridades conservacionistas por su especialización en el control demográfico de otras especies en su lucha por el hábitat de asfalto, considerándose a día de hoy que su subsistencia y expansión se encuentran del todo garantizadas.
Esta especie, no obstante, ha encontrado su nicho en la naturaleza gallega hasta el punto de gozar de especial protección por parte de las autoridades conservacionistas por su especialización en el control demográfico de otras especies en su lucha por el hábitat de asfalto, considerándose a día de hoy que su subsistencia y expansión se encuentran del todo garantizadas.
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