domingo, 8 de febrero de 2009

De La Pasión De Eluana Englaro


En el zoológico nuestro de cada día, a la atiborrada jaula de las monas vestidas de seda han llegado dos nuevos ejemplares, uno de la mano de la compasión y otro llevado por la moralina barata. Es el caso de la italiana Eluana Englaro. Está viva, pero van a dejarla morir, esto es un hecho objetivo, van a dejar que se muera de hambre. A partir de ahí…
A partir de ahí apenas sí cabe preguntarse el por qué y las razones de que haya tantas personas que se muestren de acuerdo con que muera y otras tantas con que se la mantenga con vida. Porque el otro hecho objetivo es que la principal interesada no está pudiendo siquiera opinar. Parece ser que ya dejó dicha su voluntad, cosa que cualquiera de nosotros suscribiríamos antes que vernos en una situación como la suya, pero nos referimos a hoy, qué podría pensar hoy si pudiera volver a decidir, pues cabe pensar en buena lógica que encontrándose en la situación en la que ahora se encuentra pudiera cambiar de opinión, que una cosa son los beneméritos propósitos y otra verse con ellos a cuestas. Y esta duda, el qué podría decidir viéndose morir en primera persona, la posibilidad siquiera remota de que pudiera cambiar de opinión, es para muchos suficiente como para crear una duda razonable, una posibilidad por remota que sea que en el caso de morir nunca podrá ejercitar.
Es esta precisamente la razón por la que en España los llamados testamentos vitales no tengan fuerza jurídica plena ya que aunque sean redactados en unas circunstancias determinadas, cuando la persona afectada pierde total o parcialmente la capacidad de manifestarse no desaparece sin embargo la posibilidad de cambiar su opinión si pudiera hacerlo. Es esta duda la que plantea el dilema jurídico de que en caso de duda deba prevalecer, o no, la vida. Eso sí, según lo que cada cual entienda por vida, no solo la propia, sino la de las demás.
Esto, sin embargo, no deja de ser un planteamiento jurídico, una elucubración legal. Más allá están las palabras de Berlusconni, las de los padres de Eluana, la posibilidad de privarles de la custodia para que la asuma el Estado italiano si suyo es el interés por salvaguardar la vida de la mujer.
Todo lo demás, lo que vulgarmente se denominan cuestiones éticas, están más allá de toda duda. Y es que, puesto que Eluana malvive, van a bien matarla. Se argumente como se argumente, es así. La muerte digna. Morir de hambre. Para que no sufra. Como se hace con los perros. O los caballos. Derecho a una muerte digna…pero siempre la de los otros.

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