No podemos sentirnos seguros cuando desde la Concellaría de Seguridade Cidadá se nos asegura que, seguramente, la inseguridad que se está viviendo en la casi siempre segura Compostela continuará asegurada, con toda seguridad, a pesar de los episodios que a buen seguro estamos seguros van a ir en aumento, por más que aseguremos bienes y tengamos por seguro que cada vez más nos sintamos inseguros por la creciente sensación de inseguridad.
Cierto que los datos están ahí pero la realidad duele como cálculos en el riñón de las estadísticas, es la sensación, léase votos, señores míos, cuando el derecho a caminar despreocupadamente por la rúa es un derecho inalienable que nos enajena cuando los amigos de lo ajeno se hacen tan sociables en esta tierra y buscan ampliar su círculo de amistades, algo que acaba por crear alarma social como aquel que dejó como tarjeta de vista la de crédito de aquella señora que hizo de paquete a bordo de un maletero o cuando nos vemos reflejados en las lunas rotas en los escaparates del centro ladeado del estrecho Ensanche como parte del rito de iniciación botellística a la imbecilidad, y todo eso tenemos que aguantarlo porque, porque, eso decimos, ¿por qué?.
Así que Martita hija, lo mismo que nosotros te ponemos las pelas, ponte tú las pilas.
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