No hace tanto tiempo que la que fuera presidenta del Parlamento de Galicia, Dolores Villarino no tuvo buen ojo y llamó “gilipollas” a los parlamentarios populares. Hoy quien sabe andandará Villarino y su almohadillada poltrona la ocupa una de las populares a las que aquella puso coloradas, Pilar Rojo. Es esta la primera medida con algo de calado que adopta Feijóo para lo que no deja de ser, bien mirado, un cargo con tintes y mechas honoríficos. No en vano Rojo fue precisamente conselleira de familia en el último gobierno Fraga y puede que el conocimiento de ese tema la haya convertido en una superviviente nata y montada.
Naturalmente la nueva presidenta está cumpliendo con el protocolo de la cortesía y la valentía anunciado que habrá diálogo, flexibilidad, concordia y bla, bla, bla, qué va decir una arquitecta si no quiere empezar la casa por el tejado lleno de gatos, así que ya lo veremos. En todo caso es la primera incógnita despejada y Rojo parece que encarna un guiño que quiera hacer el nuevo gobierno al ala histórica popular y una mano tendida a viejas luchas disputadas de diputados en el seno poco materno del partido. O eso se dice. Difícil lo va a tener si es cierto que los nacionalistas les tienen ganas a los populares por lo que califican una campaña de descalificaciones bajuna y sucia, vaticinando quizá una actitud en el Parlamento un tanto montaraz y agresiva o, dicho de otro modo, devolverles la pelota, un ojo por ojo. Mucha mano izquierda deberá tener Pilar Rojo si no quiere que el Parlamento gallego acabe convertido en una feria de ganado (y perdido). ¿Lo conseguirá?
Naturalmente la nueva presidenta está cumpliendo con el protocolo de la cortesía y la valentía anunciado que habrá diálogo, flexibilidad, concordia y bla, bla, bla, qué va decir una arquitecta si no quiere empezar la casa por el tejado lleno de gatos, así que ya lo veremos. En todo caso es la primera incógnita despejada y Rojo parece que encarna un guiño que quiera hacer el nuevo gobierno al ala histórica popular y una mano tendida a viejas luchas disputadas de diputados en el seno poco materno del partido. O eso se dice. Difícil lo va a tener si es cierto que los nacionalistas les tienen ganas a los populares por lo que califican una campaña de descalificaciones bajuna y sucia, vaticinando quizá una actitud en el Parlamento un tanto montaraz y agresiva o, dicho de otro modo, devolverles la pelota, un ojo por ojo. Mucha mano izquierda deberá tener Pilar Rojo si no quiere que el Parlamento gallego acabe convertido en una feria de ganado (y perdido). ¿Lo conseguirá?
No hay comentarios:
Publicar un comentario