Y sin embargo no sería justo ocultarle al mundo que esa próxima conjunción de los presidentes Zapatero y Obama, ese acontecimiento histórico para el planeta, ese hito que tiene a la tierra conteniendo la respiración, tendrá lugar siendo Sánchez Bugallo alcalde de Santiago, una expectación que no habíamos vuelto a sentir desde la llegada del año dos mil o la inauguración del carril bici. Para entonces es posible que ya hayamos visto el documental sobre las vacas locas en TVG o que sepamos si la llegada del AVE será por la mañana o a media tarde según el calendario griego. Todo esto pasará en breve como han pasado en vano veinte años de Tiananmen, y ha pasado que Obama, en su discurso en El Cairo ante el “mundo árabe”, ha querido demostrar que a gilipolleces nadie le gana si se lo propone. Y bien que se lo propuso visto lo oído.
Casualidad o no, todo ello tendrá lugar, agárrese, en Año Santo y sinceramente no sabemos si estamos preparado para tanto ni qué ropa ponernos. No sabemos si nuestro corazoncito podrá con todo ello. Porque desde los años del profeta Jeremías no habíamos escuchado un anuncio que removiera las almas como lo han hecho las palabras de Leire Pajín, que incluso ha conseguido transformar los brotes psicóticos en brotes verdes.
La Humanidad ha depositado sus esperanzas en esos hombres a plazo fijo, ya verán como llega el Euríbor y lo jode.
Casualidad o no, todo ello tendrá lugar, agárrese, en Año Santo y sinceramente no sabemos si estamos preparado para tanto ni qué ropa ponernos. No sabemos si nuestro corazoncito podrá con todo ello. Porque desde los años del profeta Jeremías no habíamos escuchado un anuncio que removiera las almas como lo han hecho las palabras de Leire Pajín, que incluso ha conseguido transformar los brotes psicóticos en brotes verdes.
La Humanidad ha depositado sus esperanzas en esos hombres a plazo fijo, ya verán como llega el Euríbor y lo jode.
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