Ahora que acaba el verano quisiera invitarles a mi bañera, señor Zapatero, señor Rajoy. Un lugar idílico, paradisíaco, afrodisíaco y algo calindríaco, a un solo paso del balcón y el frigorífico, donde la gente es amable y los vecinos no tiran pipas por las rendijas.
Aquí el agua no es tan fría como algunos dicen si maneja bien el mando, donde el buen tiempo está asegurado si la vecina de arriba no se deja un grifo abierto, aquí quedarán prendados, enamorados de su luz de bajo consumo, donde con imaginación hasta esas cosillas que flotan podrían ser algas marinas la mar de saludables, o medusas, y los baños del agua con barro le rejuvenecerán la piel, donde el cielo no es azul pero si de azulejo y la brisa del ventilador apaga los gritos de los niños del piso de abajo, y el agua de todos los colores imaginables según el tiempo que esté en ella.
Señores míos, no es por darles jabón pero aquel que pueda que no deje de venir a veranear a mi bañera, modelo Psicosis.
Aquí el agua no es tan fría como algunos dicen si maneja bien el mando, donde el buen tiempo está asegurado si la vecina de arriba no se deja un grifo abierto, aquí quedarán prendados, enamorados de su luz de bajo consumo, donde con imaginación hasta esas cosillas que flotan podrían ser algas marinas la mar de saludables, o medusas, y los baños del agua con barro le rejuvenecerán la piel, donde el cielo no es azul pero si de azulejo y la brisa del ventilador apaga los gritos de los niños del piso de abajo, y el agua de todos los colores imaginables según el tiempo que esté en ella.
Señores míos, no es por darles jabón pero aquel que pueda que no deje de venir a veranear a mi bañera, modelo Psicosis.
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