Los que dicen que la visión estival de cierta política en bikini anuncia la llegada del Apocalipsis probablemente exageran, pero tal y como están las cosas no sabe uno qué creer. A vista de pájaro cualquiera puede apreciar que difícilmente vamos levantar el vuelo en esta crisis si a ese dinero que viene caído del cielo, vía Lavacolla, acaban por cortarle las alas tal y como se está anunciando a los cuatro vientos. De nuevo nos acordamos de aquello de ‘divide y vencerán’ cuando tenemos el asunto de la disgregación aeroportuaria en el horizonte, y es que de confirmarse esta amenaza los aterrizajes en nuestras pistas caerán en picado mientras el número de visitantes entrará en barrena. Torres más altas han caído, sí, pero no eran de control, uno de de esos intrigantes casos en los que fue terminal antes que enferma.
Sobre las razones que se barajan para dejar de lado el refuerzo institucional de los aeródromos planea la idea de no haber sabido encontrar el punto con las líneas de bajo coste si bien, también se dice, esta medida forma parte del programa de austeridad que la Xunta pretende imponer para priorizar otros sectores económicos y aunque todavía está por ver si esto de los aviones es solo un globo sonda en realidad, lo cierto es que tras este verano sin apenas incendios estas baterías antiaéreas a las que vamos a tener que asistir dejarán a más de uno sin tener que facturar, toda una sangría para empresas con alas. Tendremos que pedir que los responsables en la materia bajen de las nubes porque parece que tengan la cabeza llena de pájaros, y si no a ver quién entiende que se le de más importancia a cambiar la llegada de los reactores por ver el vuelo de las gallinas, por más azules que estas sean.
Sobre las razones que se barajan para dejar de lado el refuerzo institucional de los aeródromos planea la idea de no haber sabido encontrar el punto con las líneas de bajo coste si bien, también se dice, esta medida forma parte del programa de austeridad que la Xunta pretende imponer para priorizar otros sectores económicos y aunque todavía está por ver si esto de los aviones es solo un globo sonda en realidad, lo cierto es que tras este verano sin apenas incendios estas baterías antiaéreas a las que vamos a tener que asistir dejarán a más de uno sin tener que facturar, toda una sangría para empresas con alas. Tendremos que pedir que los responsables en la materia bajen de las nubes porque parece que tengan la cabeza llena de pájaros, y si no a ver quién entiende que se le de más importancia a cambiar la llegada de los reactores por ver el vuelo de las gallinas, por más azules que estas sean.
Publicado en SANTIAGOSIETE el 4 de Septiembre de 2009
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