viernes, 27 de noviembre de 2009

De La Expulsión De Conde Roa

A los ciudadanos nos ocurre con la política compostelana como a Bogart con Ugarte en Casablanca, que la despreciaríamos...si alguna vez pensásemos en ella. Pero hay días, como ayer, en que el ruido de alharacas y zambra nos obliga a volver la vista a Raxoi como si algo estuviese aconteciendo porque eso siempre es noticia. Y ocurría que para entonces expulsaban de la sala de plenos a Conde Roa por no avenirse con el alcalde en lo que este le avenía a avenirse y no habiendo avenencia no se avino hasta que vino la municipal y con ellos se fue, como un toro inválido tras un tercer aviso acompañado de morlacos y mansos. Un ‘chou’, sí, pero para qué.
Todo estaba dispuesto en la sala para la ceremonia, las piedras de molino bendecidas listas para comulgar en el asunto de las facturas-nofacturas de Incolsa y el sermón exculpatorio del nacionalista Xosé Manuel Iglesias en todo esto. Hay que darle la razón, o prestársela, a Álvarez-Santullano cuando dijo que la salida fue una “falta de respeto” a la institución, al Concello, pues es cierto cuando uno acepta el paripé de las votaciones y las mayorías, eso es lo que hay.

Uno no recuerda tamaña confrontación entre estos pesos pesados, pesadísimos, de la política local desde aquel día en el colegio en que Manolito no dejó jugar a Jorgito porque la pelota era suya, se enfadaron y el uno se fue enfadado y el otro le sacó la lengua. No muy distinto fue lo de ayer.

Uno entiende y comparte que en el debate dialéctico se agarre al otro, literalmente, de las solapas y le llame mentiroso, estafador y hasta político, pero nunca renunciar a ese debate. Porque lo de la expulsión de ayer es incomprensible e imperdonable, una deslegitimación de su postura, de sus argumentos, agravada con el hecho de arrastrar consigo a todo su grupo al que vimos moverse como una masa informe, una babosa gigante y sin criterio aparente tras su líder en un acto, se mire como se mire, de anormalidad democrática.
Conde Roa quedó a la altura del betún de los zapatos, y el alcalde Bugallo quedó a la misma altura pero del otro zapato. ¿Por qué no suspendió el pleno? ¿No admitía el Reglamento, o la mano izquierda, otra salida menos esperpéntica? Ha dado la razón a Conde al mandarlo a la porra, la de la policía. Qué falta de reflejos y cordura.
Sánchez Bugallo y Conde Roa, Pili y Mili, Zipi y Zape, Mucha y Nucha, Tristón y Leoncio, tanto da, esos son los que nos gobiernan con un puñado de extras nacionalistas a modo de palmeros.
Y ahora, como unas Ana Obregón cualesquiera ofendidas y humilladas, todos al juzgado. Inútiles. Todos.

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