Mientras aún se decide si las intervenciones públicas de Conde Roa formarán parte del programa del próximo Xacobeo, su expulsión del último pleno municipal sumió a unos en el esperpento y a otros en la melancolía acerca del valor de nuestro entorno político. No obstante, ver salir al líder popular de ese pleno como a un toro inválido acompañado de mansos y cabestros de una plaza de tercera ha conseguido que muchos, por primera vez, sepan que en el Concello todavía se realizan plenos por más que la aritmética política y la cartilaginosa disciplina de partido convierta a los concejales en meros convidados de piedra pómez.
Culpa de esta situación puede deberse a que el debate político haya saltado de los escaños a los medios de comunicación, quienes han asumido el papel de correo, de dimes y diretes en intervenciones parceladas y sincronizadas como una feria con algodón dulce. Y todo porque el valor último de la actividad municipal parece que ha quedado limitado a salir en los papeles, la forma más rápida de poder pasar página después y, evitándose así la oscuridad tenebrosa de plenos soporíferos con resultados precocinados, poder lucirse ante tales medios de una forma más aseada, jugando un papel más limpio, un papel más higiénico en definitiva.
La expulsión, en fin, solo vino a demostrar que el alcalde conocía muy bien el Reglamento y que cuando se decide a mandar a alguien a la porra se refiere a la de la policía. Pero poco más. A los ciudadanos nos quedó en los labios el regusto a alcanfor de ver la falta de respeto de quienes abandonaron la sala ante la democrática indiferencia de quienes allí se quedaron haciendo la gárgola. Aunque también sea mala suerte para Gerardo Conde que después de tanto tiempo acuda por fin al Concello y lo primero que hagan sea expulsarlo.
Culpa de esta situación puede deberse a que el debate político haya saltado de los escaños a los medios de comunicación, quienes han asumido el papel de correo, de dimes y diretes en intervenciones parceladas y sincronizadas como una feria con algodón dulce. Y todo porque el valor último de la actividad municipal parece que ha quedado limitado a salir en los papeles, la forma más rápida de poder pasar página después y, evitándose así la oscuridad tenebrosa de plenos soporíferos con resultados precocinados, poder lucirse ante tales medios de una forma más aseada, jugando un papel más limpio, un papel más higiénico en definitiva.
La expulsión, en fin, solo vino a demostrar que el alcalde conocía muy bien el Reglamento y que cuando se decide a mandar a alguien a la porra se refiere a la de la policía. Pero poco más. A los ciudadanos nos quedó en los labios el regusto a alcanfor de ver la falta de respeto de quienes abandonaron la sala ante la democrática indiferencia de quienes allí se quedaron haciendo la gárgola. Aunque también sea mala suerte para Gerardo Conde que después de tanto tiempo acuda por fin al Concello y lo primero que hagan sea expulsarlo.
Publicado en SANTIAGOSIETE el 4 de Diciembre de 2009
No hay comentarios:
Publicar un comentario