Por Ana Ulla
Conciliando nuestra vida laboral con la suya familiar,
vuelve a la carga la política municipal compostelana con ansias renovadas.
Vuelven a la arena política, arena que antes era de gladiadores y ahora de la
de donde los gatitos hacen sus cositas.
Puestas las agendas políticas sobre la mesa comprobamos que hasta
la mesa sobra, que basta un taburete de los tres pies, como los que todavía buscan
al gato para darnos la vara y la murga sobre las cuentas del pasado año,
cuentas de la vieja para unos, de la lechera para otros pero cuentas a fin y al
cabo, cuentas para que se enzarcen en ella de nuevo los populares confundiendo
ser portavoz con no callar ni debajo de las aguas que han de correr, y unos
socialistas que no sabemos si son de fiar, o de fiar demasiado, que en este
establecimiento no se fía y a cualquiera le pasa lo de estar cobrando un sueldo
de la Universidad de Vigo durante cuatro meses y no darse cuenta. Más cuentas,
ya ve. Y entre unos y otros, el Bloque, de la mano de un Rubén Cela, que va
camino de adosado más que de bloque volumétrico.
Se inicia el curso como acabó, sin progresar adecuadamente,
que todo estaba como quedó, en el aire serrano, pidiendo responsabilidades por
los fuegos compostelanos y los programas de prevención cuando ya no hay nada de
lo que prevenir ni de lo que curarse en salud de hierro retorcido, que bien
está pero mejor aún si la revisión de los planes de pasado se hubieran hecho
antes de ser futuros, que ahora es como llover sobre quemado.
Vuelve el curso para escuchar que no hay actividad
municipal, que el Concello está paralizado, colapsado, y comprobar que esa
quietud es además contagiosa a juzgar por la actividad de la oposición y a la
vista de sus proyectos, innovaciones y propuestas. Pereza contagiosa,
desestimulante, envolvente. Socialistas y nacionalistas que estaban llamados a
ser árbitros de la política han quedado en árbitros de tenis que solo saben
decir ¡no¡ a todo, y se quedan tan panchos, que así queda tiempo para ir a
conciertos, exposiciones magnas, entrevistas de las de sopa boba y mendrugo y
manifestaciones quinquenales.
Nuevo curso y antiguas asignaturas, de las del Pokémon que
no acaba de brotar y ya se le va poniendo cara de Chucky o niña Reagan del
exorcista girando cada vez más la cabeza en círculos concéntricos,
procedimientos judiciales que huelen como compresas sin alas y que obligan a más
de uno a arrimar el hombro y la hembra esperando a ver quién tira la primera
piedra para correr en dirección contraria.
Nuevo curso, tiempo de reencuentro con los enemigos y
coquetear, políticamente callando, con María Pardo, que es mucho ella en los
planes y en los clanes, y de saludar en la lejanía de los camaradas de facturas
a Rubén Cela, que la vida da muchas vueltas para acabar como estábamos.
Nuevo curso de viejos libros nuevos, maquetados y encuadernados, y
las casas sin barrer, que las escobas son para el verano.
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