Uno de los muchos síntomas de una sociedad enferma es que los medios de comunicación se conviertan en noticia. No importa que sean privados, cuando sus gestores los usan para intereses particulares o personales de toda índole causando en el mejor de los casos vergüenza ajena, como que sean públicos cuando su uso es, bueno, ya se sabe cómo es su uso en estos supuestos.
El último caso, vivido en Galicia, tiene como trasfondo la modificación la normativa reguladora de los medios de comuncación públicos, propuesto de consuno por PP y PSOE para no se sabe bien qué. Los trabajadores, por si sí o por si no, están en contra y así decidieron el pasado lunes ir a la huelga, con la consecuencia conocida de una supuesta represalia frente a dos de ellos, caras conocidas del público, Ana Pérez y Alfonso Hermida
La dirección lo niega, obvio, por lo que los ciudadanos solo tenemos una palabra frente a la otra, la de los profesionales del medio frente a los directivos nombrados a dedo para que estas cosas no ocurran o, de ocurrir, que no se sepa. ¿Son ciertas las acusaciones? No lo sabemos, es cierto, pero creíbles y posibles, por desgracia, mucho. ¿Serían estos periodistas capaces de inventar una acusación tan retorcida, extraña y alambicada de no tener cuanto menos visos de verosimilitud? Saque usted mismo a pasear sus propias conclusiones. Porque las represalias, de ser ciertas, nos trasladaría al seno de un estado estalinista.
Pero, ay amigo, ¿quién le tose a la Xunta, esa cornucopia de subvenciones más o menos periodísticas que suele contar con al apoyo unánime de populares y socialistas? ¿Será por eso que salvo sus propios compañeros no es posible encontrar esa falsa y plañidera solidaridad del gremio que encontramos cada vez que a un plumilla alguien, y entienda usted por alguien lo que quiera, se atreve a toserle? Porque no nos conformaríamos con saber que no va a haber represalias, sino que jamás ha sido siquiera pensada. Pues así están las cosas, señoras y señores. Puede que los políticos hayan creado un monstruo con la TVG y ahora no sepan qué hacer con él, pero levantar la mano frente a la libertad es el principio del suicidio social.
Una apostilla: la gravedad de los hechos no quita que, la nota emitida por los comités de trabajadores no merezca ser guardada en el álbum de grandes glorias, esa nota que denuncia que si sale adelante la reforma propuesta dejaremos de ver a Gayoso en Luar…
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