Peregrinas de hace once siglos
El CSIC descubre a las primeras mujeres que caminaron a Santiago
SILVIA R. PONTEVEDRA Santiago El Pais.es(30 Mayo 2009). La primera mujer de la que se tiene constancia escrita que peregrinó a Santiago fue Jimena Garcés, que viajó, según los documentos, "per causa devotione", acompañando a su marido, un tal Alfonso III El Magno, que venía, más que nada, por intereses políticos. Jimena murió en el año 910, y estuvo en Compostela poco antes. Los libros que hablan del Camino, sin embargo, citan como primer peregrino de la historia a un cura, Godescalco, obispo de Le Puy, que recorrió la ruta jacobea en el año 951. Los historiadores están de acuerdo en que el francés fue el pionero porque fue el primero que entendió su peregrinaje como un sacrificio y también porque no es lo mismo venir desde Le Puy que hacerlo, como Jimena, desde Asturias, aunque los dos viajasen en mula.
PEREGRINAS ILUSTRES POR EL CAMINO DE SANTIAGO
(Artículo de la Sociedad Geográfica Española)La presencia de la mujer en el Camino no es un fenómeno nuevo. Desde la antigüedad, santas, reinas, nobles, enfermeras, y hasta mujeres al frente de Cofradías, han desfilado por él. Una de las primeras peregrinas fue Gilberga de Flandes (o Gerberga de Flandes). Peregrinó de Roma a Santiago llevando consigo nada menos que el manuscrito original del Codex Calistinus –la guía medieval que nos indica el Camino a seguir–. Acompañaba al celebérrimo Aymeric Picaud, monje del siglo XII autor de la obra, pero casi nadie tiene certeza de quien era en realidad esta pionera del peregrinaje a Santiago.
Lo cierto es que la mujer viene desoyendo desde antiguo las advertencias sobre los peligros que la acechan por el hecho de desplazarse sola y lleva siglos arrastrando sus largas faldas por lugares remotos. Desde que Egeria, la primera viajera documentada de la Historia, demostrara en el siglo IV que una europea podía aventurarse por Tierra Santa y salir con vida del envite, muchas otras mujeres fueron dando sentido y bandera a una forma de rebeldía interior y con su bolsa colgada al hombro, o sus baúles a cuestas, salieron a la luz y al calor de otras latitudes impulsadas por la fuerza de su fe. Otra de las pioneras en sentir la llamada del Camino fue una tal Bona de Pisa. A finales del siglo XII tras viajar como Palmera a Jerusalén y hacer una incursión en Roma, fue peregrina a Santiago y parece ser que hizo como guía de grupos de peregrinos. Sus relatos narrando sus aventuras viajeras, han adquirido la categoría de legendarios y dejaron muy claro que la experiencia mereció la pena.
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