Por Ana Ulla
Del huevo que dejó puesto Sánchez Bugallo en su despedida ha salido un nuevo portavoz, Francisco Reyes porque, para qué negarlo, así es la vida y Reyes cumple con los requisitos esenciales para ser oposición en Santiago: calvo y con gafas. Tamaña selección natural ha obligado a desechar decenas de reseñas y perfiles ya redactados y dedicados a Mercedes Rosón, la eterna, y puesto a trabajar a una documentación mediática que se ha encontrado con los cajones de la “F”, de “Francisco”, entre “futuro” y “fracaso”, lleno de telarañas. Cosa que no es de extrañar. La elección, opinan los más ociosos, no hace sino confirmar la futura presencia de Rosón en la próxima pugna electoral por la alcaldía, un tiempo en el que debemos contentarnos con Reyes y conocerlo. Aunque no queramos. Aunque no nos interese. Aunque una carrera de caracoles resulte más trepidante que adentrarse en sus interioridades ya que, sinceramente, ¿a quién le importa?
Del huevo que dejó puesto Sánchez Bugallo en su despedida ha salido un nuevo portavoz, Francisco Reyes porque, para qué negarlo, así es la vida y Reyes cumple con los requisitos esenciales para ser oposición en Santiago: calvo y con gafas. Tamaña selección natural ha obligado a desechar decenas de reseñas y perfiles ya redactados y dedicados a Mercedes Rosón, la eterna, y puesto a trabajar a una documentación mediática que se ha encontrado con los cajones de la “F”, de “Francisco”, entre “futuro” y “fracaso”, lleno de telarañas. Cosa que no es de extrañar. La elección, opinan los más ociosos, no hace sino confirmar la futura presencia de Rosón en la próxima pugna electoral por la alcaldía, un tiempo en el que debemos contentarnos con Reyes y conocerlo. Aunque no queramos. Aunque no nos interese. Aunque una carrera de caracoles resulte más trepidante que adentrarse en sus interioridades ya que, sinceramente, ¿a quién le importa?
Atrás, según desde donde se mire
o se nos mire, queda el busto ya silente de Mercedes Rosón y la duda perpetua
de si es o solo se propone ser lo que es o lo que parece proponerse que es ser.
La gran desconocida, aquella de la que todo se ha dicho y poco, o nada, se ha
entendido o escuchado. Rosón es simplemente una frase hecha. Preguntando aquí y
allá, la respuesta es siempre la misma, “gran política y mejor persona”, frase
como monumento a la estulticia de quien la pronuncia, cuando lo que pretende
ser un halago se convierte, si se piensa sin apasionamiento, en una declaración
sobre cuán estúpida es la persona de la que se habla. No es de extrañar que su
no elección, dentro de la categoría que conforman este tipo de elecciones, haya
desilusionado a más de uno para quienes Mercedes es como el Ferrero Roché de
cualquier fiesta, el buffet libre de cada gala, la música de fondo o el taburete
de cualquier evento. Y a nadie importaba sus credenciales políticas o si las
tenía, esa izquierda de Barrola y barricada, de enseña tricolor y muestra de estampados
de temporada. Se la lleva y se la trae pero siempre callada porque no sacar los
pies del tiesto es lo que se espera de una planta. Gran política, sí, pero
mejor persona. Lo que ella pensara siempre ha dado igual o parece que se la
escucha como quien oye escampar. La gran desconocida. Santiago tiene su
izquierdita y Rosón es su capitana.
Y todo esto, se preguntará
aburrido el lector, ¿qué importancia tiene para los ciudadanos? Toda la que la
situación actual demanda: absolutamente ninguna.
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