Por Lu Vázquez
La vida, esos ríos que van a dar a la mar, está plagada de
salmones bravos que remontan contra corriente. ExVoz era un grupo de ellos.
Era. Y seguirá siéndolo, pero no lo sabremos más. Han puesto fin a sus
emisiones. ¿Motivos? Alegan dos:
-Su trabajo carece de valor.
-No merece consideración alguna.
Ambas razones son erróneas.
De nada serviría echar flores que nunca tuvimos sobre su
tumba, ni alabar porque no sabemos hacerlo, pero se equivocan en sus
conclusiones. Basta entrar en su página.
Pero ni nació para eso ni su tarea es la que creemos.
Per creímos en ellos, no tanto por entender (!) a La Voz como porque sus planteamientos eran un compendio de todo cuanto ocurre en Galicia. También en Santiago, por supuesto.
Como seguidora reconocida no voy a entrar en las razones del
deceso, pero creo que debemos percatarnos de un hecho: pocas, muy pocas páginas
de verdad reivindicativas y útiles han recibido tantos apoyos de tantos,
sindicatos profesionales, asociaciones, colegios, colectivos de lo más variado,
miles de palmaditas en la espalda, aliento, ¡ánimo! A la hora de la verdad
todos siguen en la mamandurria y estos echan el cierre…
Como seguirá la mina de Corcoesto, como seguirán mirándose
en su mezquindad quienes nunca se atrevieron y ahora buscan calentarse en la
pira donde estos arden, que si van a romperse caras siempre es mejor que sea la
de otro.
Se equivocaron, en fin, desde ExVoz en sus previsiones:
nadie ha movido un dedo. Nadie. Más de un año para descubrir que todo sigue
‘igual’, excepto ellos, que cierran.
Sindicatos y capitanes Araña les dicen adiós desde la
dársena antes de volverse a sus cosas, las cosas importantes, las que les dan
de comer. Y no mal.
Nadie porque nada podía cambiar en La Voz: no tiene todo el
apoyo institucional gallego, es que forma parte de la estructura institucional,
no importa que en el gobierno o en su oposición, eso es relativo, alternante.
Algo a lo que los demás medios también aspiran. Y para eso no se precisan periodistas,
sino funcionarios. Amaestrados.
No lucharon contra molinos, sino contra el aire. Y sus
sombras.
Pero lucharon. Pocos pueden decir lo mismo.
Os esperamos. Y pronto. Donde sea.
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