Por O.P.
Estamos acostumbrados, como hecho
perverso y adúltero, a aceptar que los medios de comunicación cuenten los
acontecimientos atendiendo más a la satisfacción de sus lectores que a la objetividad.
De este modo se resaltan hechos, nombres, se disfrazan u ocultan unos,
se omiten otros, se pregonan o se encienden los ventiladores dicho vulgarmente, sin contar con quienes amenzan tan pública como infantilmente, muy al estilo ruso, a los afectados si no les dejan participar del reparto monetario.
La esencia de la cuestión es
clara: ir al titular y encontrar el nombre con la confianza de que nadie se tomará la molestia de querer ver más allá: el lector queda satisfecho, su rabia calmada, el editor vende y el juego pollitico sigue su curso....con el dinero de todos.
Esta realidad, con tener visos
mercantilista, posee sin embargo un trasfondo oscuro y peligroso cuando esos
medios de comunicación son también actores de los hechos que narran. Y toman
partido.
Baste recordar la convicción,
nunca desmentida, de que erael Fiscal Jefe Carlos Varela el habitual proveedor de la
información que sobre los delitos fiscales de Conde Roa supo dar El Pais en un
alarde de oportunidad memorable. O de cómo las célebres ‘fotos de Feijóo’ eran
materia de común comentario en Santiago como muestra del arsenal que llegado el
caso podría emplearse si las cosas se torcían en la ciudad, como hemos contado en capítulos anteriores:
¿Hasta qué punto supieron, o no, entender el valor de un titular los implicados en la crisi política que siguió a la dimisión de Conde Roa?
“…¿Y qué te dijo? – Nada, que le
había defraudado (a Conde Roa), que yo había sido el ejecutor de su dimisión a
través de los medios, que yo había filtrado todo a La Voz de Galicia (…) y que
tenía pruebas y que se lo habían dicho personas totalmente solventes (le monté
un pollo de la hostia allí y el tío reculó, eh, me dijo que si yo tenía razón
me pediría perdón y por la tarde me va a
pedir perdón…”
De saberse poderosos en cuanto
fuente de información a corromperse y jugar con sus propias reglas en interés
propio, hay un solo paso. En Santiago, la marcha de Conde Roa puede condicionar
ese equilibrio periodístico y en el caos que sucedió a la llegada de Currás hay
quien aprovecha, desde lo que parece un torreón inexpugnable, para mover sus
propias piezas. De lo expuesto, valga como muestra el ejemplo que encabeza este texto, del sumario de la Operación Pokémon.
“Como puedan la hunden”….estamos
hablando de Enero de 2013.
(Continuará….)
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