jueves, 3 de abril de 2014

"Los Secretos" en Santiago, memoria viva de la 'Movida'


 María Fidalgo Casares
doctora en Historia del Arte

Dado los tiempos que corren que Los Secretos estén abarrotando teatros y auditorios y agotando reservas en su gira de conciertos con modalidad acústica y sinfónica es algo más que reseñable. En Santiago, ciudad en la que agotaron las entradas meses antes, ha habido  que prorrogar un día más para atender a la gran demanda que completó el aforo sólo días después de salir a la venta  y este sábado acuden de nuevo a Ferrol, donde ha pasado lo mismo.

Los Secretos nunca han ocultado su debilidad por Galicia, tanto es así que cuando estrenaban un nuevo disco optaban por inaugurar su gira en tierras gallegas porque sabían que eran siempre muy bien recibidos y era una maniobra “que les daba ánimo para empezar las giras con buen pie”…
Las razones del éxito de Los Secretos desbordan lo meramente musical para entrar en la esfera de lo emocional, sobre todo porque no es un grupo del que se hable en televisiones y prensa, pese al hecho irrefutable de que sin apenas campañas de marketing hayan superado los dos millones y medio de discos vendidos y posean un codiciadísimo disco de diamante…
Simplemente están ahí y su público les sigue siendo inquebrantablemente fiel, un público entregado desde que hace más de 30 años estableciera con ellos profundos lazos que los convirtieron en parte fundamental de la banda sonora y sentimental de aquella década mítica en la que surgió la movida.

La movida, fenómeno cultural significativo del último tercio del siglo XX

“La movida” de los 80, nombre que todavía hoy no convence a muchos de los que la vivieron, pese a que inicialmente se definió como un movimiento juvenil sin pretensiones, hoy se reconoce como el fenómeno cultural más importante del último tercio del siglo XX. Consecuencia artística de la transición, fue espejo del cambio y de la libertad cultural e ideológica que vivió entonces la sociedad española. Pero sobre todo, fue un movimiento estético rupturista y musical que supuso una reacción a las convenciones de una época recién salida de la dictadura franquista.
En Historia adquieren especial relevancia aquellos hechos que marcan un antes y un después, y en la génesis de la movida madrileña ya están Los Secretos, ya que el hito fundacional se ubica en el concierto de Febrero del 80 en la Escuela de Caminos – cuyo decano era entonces el padre de Ana Torroja- celebrado en homenaje a Canito”, batería de la banda. En la movida gallega, este inicio es bicefálico: el accidente sufrido por los miembros de Siniestro Total y el concierto de Salesianos de Vigo de 1981.
Curiosamente en la fecha del fin de la movida, sus dos epicentros coinciden en un evento único: el viaje ferroviario de hermanamiento “Madrid se escribe con V de Vigo”…. hecho surrealista como pocos que jamás hubiera rodado Almodóvar, que por cierto no era uno de los viajeros del famoso tren.
Pese a la importancia de este fenómeno cultural en el que nacieron Los Secretos, el grupo mantiene con ella ásperas relaciones, ya que en las escasas declaraciones ofrecidas a los medios parecen insistir en desvincularse de la movida, lo que sorprende por la ingratitud que supone el renegar de parte imprescindible de su supervivencia y de su éxito.
Porque la aplastante realidad, y esto recuerda mucho a la frase de Dalí cuando pretendían expulsarlo del surrealismo “Eso es imposible, porque el surrealismo soy yo”, es que Los Secretos son memoria viva de la movida, Porque aunque las movidas gallega y madrileña tuvieran una inequívoca singularidad, en cada parte de España este movimiento generacional y urbano se expresó con características propias que traspasaron el fenómeno artístico para entrar en la esfera de lo existencial.
Fue la primera década del siglo XX en el que los jóvenes fueron completamente libres para decidir sobre sus vidas y destinos. Sentían que nada tenían que ver con sus progenitores que marcaban estereotipos sociales en los que no se reconocían, pero tampoco con la generación anterior formada por adultos muy volcados en afianzar la reciente democracia con un fuerte compromiso político que a ellos les era ajeno.
Los jóvenes de los 80 se sentían desubicados, fuera de su tiempo y se refugian en la música como única bandera que enarbolar y que adquiere un protagonismo absoluto en sus vidas, como nunca más volvería a pasar en la historia de nuestro país.
Y aquellos Chicos de Ayer se apasionaron viajando a Groenlandia, lavándose el pelo con Champú de Huevo, colocándose Perlas Ensangrentadas, bailando semillas negras al calor del amor en un bar, anunciando que llegarían Malos Tiempos para la lírica…, pero tanto esos como muchos otros, que no vivieron la década de forma tan intensa, conectaron desde el inicio con los Secretos para no abandonarlos jamás, en especial la juventud ferrolana,
Los Secretos estaban en la calle del olvido. Eran chicos sencillos de aspecto normal que no estaban muy presentes en los garitos de moda,  aunque se pinchaban en el mítico número K y alguna que otra vez en Clangor, pero sí en los pisos del ensanche compostelano en las habitaciones de aquellos que eran tan jóvenes, compartían vivencias en bares  como el Zum Zum o Bananas o cuando sufrían momentos de bajón… Acompañaban desamores, choques generacionales, amores prohibidos y fortuitos, esperanzas perdidas y encontradas, sentimientos frágiles y nostálgicos y calaron de tal forma que se convirtió en mucho más que un grupo, siempre ligado a episodios íntimos de sus vidas.

Los Secretos nada tenían que ver con la rutilancia estética de los 80 y como se quejaba amargamente en sus últimos conciertos Alvaro Urquijo, eran ninguneados, injustamente calificados en las llamadas “guerras estéticas” como sensibleros e incluso como niños bien- que no lo eran-. Quizás ese fue uno de los puntales para que lograsen la ferviente adhesión de los jóvenes de Santiago , en general muy clásicos en formas y afectos y poco identificados con la jungla almodovariana… Los Secretos no tenían el favor de la prensa y la radio, ni siquiera las compañías les hacían demasiado caso pese a que su primer LP con las inolvidables Déjame, Ojos de Perdida, Vidrio Mojado siempre figure entre las antológicas del pop español. Que fuera uno de los escasísimos discos- debut que consiguiera vender miles de copias, que en 1981 hicieran una centena de conciertos o que fueran uno de los grupos que aportaran mayor calidad técnica y vocal, era pecata minuta en el ambiente porque no aportaban otros ingredientes que eran entonces tanto o más importantes que la música: letras transgresoras, frivolidad desinhibida y una imagen impactante…. Ni siquiera valoraban la gran originalidad que suponía su melancólica síntesis del country americano, pop y la new wave británica en español que conforma el mágico e inconfundible Sello Secretos que hoy tanto les identifica. Aun así, hay que hacer la salvedad de que con respecto a la calidad musical de los grupos de los 80, los críticos han solido ser demoledores respecto a su escasa (!e incluso nula!) aportación a la historia de la música, sin embargo, no deja de ser curioso que en una reciente lista de El País de los mejores músicos y grupos del siglo XX español, entre los diez primeros, cinco pertenezcan a la movida, aunque ninguno de ellos sean Los Secretos.

Los 90 fue una gran época profesional para el grupo, pero muy dura la caída para aquellos que fueron tan felices en los 80, tiempos en los que se adquirían responsabilidades, terminaba el carpe diem y sentían que se estaban convirtiendo en alguien como sus padres… Muchos llegaron a dar la espalda a la música de los 90 que no les representaba. La mayoría de los grupos habían desaparecido… sin embargo Los Secretos seguían ahí y sus Grandes Éxitos llegaron a vender medio millón de copias. Y no amanece, Colgado, Mala suerte, Cambio de Planes son canciones emblemáticas grabadas ya a mediados de los 90, pero que se recuerdan ex tempore como completamente ochenteras. Es también en esta década en la que un joven músico ferrolano, Alvaro Lamas (Ferrol, 1955), virtuoso del pedal steel guitar colaborará con ellos, tanto en conciertos como en algunas grabaciones y que fue llamado por el tristemente desaparecido Enrique Urquijo para volver a grabar una de sus canciones más emblemáticas “Quiero beber hasta perder el control “y que ésta nueva versión contara con el peculiar sonido de Alvaro Lamas no sólo ha colaborado con grupos ochenteros como Siniestro Total, Dinamita pa los Pollos o el “maldito” Antonio Vega, sino también con Niño y Pistola, Piquín, OK Corral, Colorado, Dani Bravo y los Camaleones, Marcos Mella…
El público de Los Secretos fue creciendo, pero no fue por los medios, ni tampoco por casualidad, sino porque los seguidores de los 80 trasladan su querencia a los hermanos pequeños y los que ya eran padres a sus hijos. Ya hay niños que crecen oyendo las canciones de Los Secretos, generaciones más jóvenes ajenas ya totalmente a la movida, pero que hunden sus raíces en ella.
Sin embargo pese al éxito profesional de los 90 seguían sin tener el favor de la prensa y las discográficas…, y no les ayudaba que Enrique, el más carismático del grupo, cayera en fuertes depresiones que le llevaban a refugiarse en las drogas como escape a sus fantasmas y era maltratado por directivos que eran incapaces de valorar la profunda sensibilidad de Enrique, que junto con Antonio Vega y Germán Coppini, hoy los tres fallecidos, forman la tríada de poetas más emblemáticos de la movida. Germán se retiró antes, y Antonio poseía un aura de maldito que le reconocía como genio que le daba una protección mediática de la que carecía Urquijo.
La muerte de Enrique en 1999 fue un durísimo varapalo -tercera de las muertes trágicas de la banda tras Canito y Pedro Díaz-, sobre todo porque fue, sin lugar a dudas, una negligencia médica en plena cura de desintoxicación, aunque hay que reconocer que muchas de sus canciones eran la crónica de un suicidio anunciado. Llama la atención que duros ochenteros reconocieron haber llorado físicamente al constatar por primera vez lo importante que de una forma tan silenciosa había sido para ellos. Murió el músico, pero había nacido el mito.
Los críticos y el sentido común pronosticaron que la desaparición de Enrique acabaría con Los Secretos y casi como despedida, decidieron hacer un disco y gira de colaboración en beneficio de María, la hija de Enrique -único disco que espanta a los puristas de la banda- , y al desbordarles el gran cariño de ese público leal que se volcó con ellos más que en las mejores épocas, decidieron no abandonar su carrera.
La muerte de Enrique había sido todo un revulsivo. Sus palabras “He muerto y he resucitado, con mis cenizas un árbol he plantado” fueron premonitorias. En el concierto de Sevilla, Álvaro confesaba no entender la razón por que la canción “A tu lado”…. que había pasado desapercibida cuando se grabó, era la canción con la que más se les identificaba. Y es que A tu lado se convirtió en la frase tributo a la memoria de Enrique, pero también de la fidelidad del público a la banda. A través de las tres palabras pedían que no les dejaran, que querían seguir estando junto a ellos.
Comenzaron a sonar con fuerza las antiguas canciones, se remasterizaron nuevas versiones, y Álvaro Urquijo, guitarrista espléndido pero siempre a la sombra de su hermano, junto a Ramón Arroyo y Jesús Redondo tomó las riendas y hasta se detectó cierta transformación en su voz, singular e intermedia entre la de Enrique de los primeros y últimos tiempos. No sólo lideró la banda con carisma y responsabilidad, sino que sorprendió a propios y extraños componiendo nuevos temas como la maravillosa “En el bulevar de los sueños rotos”.
Su sonido inconfundible, “Sello Secretos”, la presencia constante de Enrique y una coherencia absoluta, sumado a la importancia de lo que significaron en la movida que dejó una huella indeleble en todos los que la vivieron, hace que sigan llenando conciertos y visto lo visto los seguirán llenando veinte años más. Y los conciertos de  Santiago son una buena muestra de ello.

Hay que mencionar que el grupo gallego  Los Limones, gestado en plena movida, pero que triunfó en los 90, y sigue en activo y en la actualidad preparando el proyecto 13 Limones, fue el grupo  el que recogió en mayor medida de todos los grupos españoles de la época la impronta de Los Secretos, a quienes llegaron a telonear en sus inicios.La sensibilidad de las letras, la calidez de la voz de su líder Santi Santos, estaba muy en consonancia con el trabajo de los hermanos Urquijo y aunque tienen ostensibles diferencias, en los temas country estilísticamente hoy siguen compartiendo un espacio común.

El furor gallego por Los Secretos es más que un hecho. Los Limones suelen en sus conciertos, como homenaje a la huella secretista versionar alguno de sus temas…Tambìén son presencia imprescindible en el animado grupo ferrolano liderado por Marcial Badía, ex miembro de Limones, Padel Rock que hace un constante tributo a los 80 en cada concierto. El extremo se materializa con la aparición de un sosias, el coruñés Juan de Dios, clon vocálico de Enrique Urquijo, que funda el dúo Cambio de Planes ( uno de los temas más conocidos de los Urquijo) y que cuenta con un gran grupo de adeptos…
Únicos y siempre ellos mismos, Los Secretos son parte imprescindible de la memoria colectiva de un tiempo y de un país, pero también un grupo que deja su alma y su historia en cada escenario con nuevos y viejos temas que siguen llegando al corazón y que consiguen que su público reviva aquellas sensaciones agridulces que algún día tuvieron, cuando los sentimientos lo eran todo en la vida y que se quedaron ahí, en la memoria y en la música de Los Secretos. Por ello, y por tantas cosas más, la gratitud impagable y la lealtad inquebrantable de un público que siempre seguirá A su lado.


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