Foto: Arte efímero, pintada en la Facultad de Periodisma USC (2011) |
Ocurrió así que aquellos once dejaron fuera de la primera línea
política municipal a un Sánchez Bugallo que se las prometía tan feliz como niño
con zapatos, y gafas rojas, nuevas. Después nadie sabe si se arrepintió, o no,
de haber dicho eso de que o era alcalde, o dejaba la política, porque no lo fue y
durante meses ahí anduvo de allá para más allá hasta que le colocaron en la
lista a las autonómicas desde donde, decían sus palmeros, podría trabajar más y
mejor por la ciudad, ignorando que esa efectividad consistía en estar callado
y, a ser posible, invisibilitado. No fue aquella la primera espantá que se
produjo en las filas indias de los progresistas, que luego llegó Marisa Del Río
para firmar al llegar y poco después reafirmar que se volvía a sus quehaceres
de antes.
Fue entonces cuando hubo que elegirle un primer sucesor a
Bugallo en el Concello, y en esa terna de herederos bien avenidos se vieron las
caras, y no sería la última vez, Reyes, don Francisco, y Rosón, doña Mercedes. En
un oscuro ‘juego de trinos’ eligieron al primero las huestes del capullo, sus
motivos tendrían, colocándose aquel a quien llaman Paco sus allegados y
avenidos flamante al frente de la progresía compostelana con hambre de política
y sed de político. Y tanta prisa se dio que hasta olvidó dejar de percibir
durante varios meses la nómina que ingresaba hasta entonces de la Universidad de
Vigo simultaneándola con su cargo municipal. Un error, nos dijo, ni siquiera se
había dado cuenta que estaba cobrando dos sueldos, dos, incompatibles. Eso le
pasa a cualquiera.
Llegaron en esto las cosas de Gerardo el Breve, ese Conde
Roa con Ángel Espadas de infiel escudero y sus cuentas infinitas con la
justicia. Y llegó la Pokémon con su rosario de imputaciones y sus papeles. Y
mil asuntos judiciales más que hicieron pensar a la jueza De Lara en la
posibilidad de trasladar su despacho desde Lugo a Raxoi por comodidad. Poco
beneficio sacaron los socialistas de este asunto aún por liquidar, menos aún
que los buenos compostelanos que acabaron sabiendo cómo se las gastaban los de
Vendex y compañía agasajando al personal, no solo al popular sino, a lo que
íbamos, a la grey socialista. De Bernardino Rama a Álvarez-Santullano, y Mercedes Rosón, entre otros muchos que,
elegante entre las elegantes, no se sabe si para entonces ya la serpiente le
dijo manzana golden en boca que debía soñar con ser alcaldesa. Buenos regalos
que siempre ha callado porque hablar de dinero, aunque venga de mano
corrupta, se considera de mal gusto. Hablar de dinero, porque de sobrinas
profesoras en Barcelona no se mordió la lengua por tratar de lamer la manzana. Y
siguieron los interrogatorios y esas zarandajas judiciales, y la imputación
entre cava descorchado de los siete concejales, luego absueltos, y del caso del
policía Carril. Y todo para que al finalizar la legislatura el único imputado
que queda en el Concello sea, curiosidades vengan, un socialista, el señor Rama,
don Bernardino junto con Reyes Leis.
Rama representa, al decir de los desentendidos, el ala dura
del partido, el purismo. Existen diferentes versiones sobre el origen de un apodo,
El Padrino, que poca gracia le hace como demostró otra Reyes, Leis en este
caso, la concejala a la que le bailan las torres de la catedral. Hay quien
dice que el asunto huele a queso siciliano, y hay quien asegura que se trata de
un mote familiar y cariñoso. Sea como fuere, de cómo se encontró información privilegiada
a su nombre en casa de un pokémiko y relacionada con Adif, o ese rumor
ciudadano de haber cambiado un soterramiento del trazado del Ave para mayor
goce de una hija, son cosas que todavía hoy no andan claras.
Lo que sí andan a clarificar es que donde hay padrino, no
falta madrina. Así lo entendió también Conde Roa cuando llevó ante la jueza
documentación del Concello sobre diversas concesiones efectuadas por el
gobierno progresista, entre la que se encontraba, almenos, una adjudicación a
favor del hermano de la entonces concejala Rosón, autorizada en presencia de
ella como prohíbe expresamente la ley . Lo cierto es que sobre el asunto permanece
secreto el sumario, por lo que sigue pendiente la posible imputación de Bugallo
y Mercedes Rosón gracias a las desgracias y las malas artes de Gerardo el Breve
que antes de hacer las maletas quiso matar muriendo. Que para muertos en vida ya están los tampoco inconclusos sumarios sobre la posible financiación ilegal socialista de aquella campaña a través de una imprenta, según la instrucción judicial.
Que como ya son ganas de imputar, hasta por la Casa da
Xuventude se presentó denuncia, ese edificio que hasta la convocatoria
electoral iba a ser derribado merced al acuerdo de los tres partidos, pero que
ya no, y no porque las circunstancias han cambiado. Y quienes ayer votaron por
derribarlo, hoy andan de denuncias y firmas y concentraciones y todo eso. Pero
de las circunstancias cambiadas, ni rastro. Elecciones aparte. Y Porta Faxeira
aparte, y Carreira do conde aparte, y Galeras aparte.
Y sucedió que entre concentración y plataforma a tanto voto la
hora, llegó el momento de elegir al líder supremo de los socialistas en
Santiago, el ayatolah de la progresía patria y matria, elección que para pocos
analistas supuso como acabar de quitar el agua a la piscina donde iban a
tirarse. Contados fueron los que imaginaron que esa elección no iba a decidirse por méritos políticos sino por metro cuadrado, no por valía personal (sic) sino según el catastro.
Junto a Conde Roa, el vodevil de Reyes y Rosón ha sido el asunto que más ha
hecho reír a carcajadas a Compostela durante estos cuatro años, esos ‘pisos
patera’ en los que se hacinaban con la papeleta en la boca neoafiliados de uno
y otro candidato. El argumento era claro, si el uno lo hacía, la otra no iba a
ser menos. Del efecto ‘Podemos’ al efecto ‘Cabemos’. Parecía que el socialismo
en Santiago tocaba fondo, pero no era cierto, pues al bochorno que saltó entre burlas
a la prensa nacional (solo Wyoming no dijo nada y hay que ser agradecidos) se
pasó a lo del Trébol, cosa que estuvo
muy graciosa al principio hasta que se supo que no se trataba de una broma
infantil de las de cámara oculta, sino la base de una candidatura con presentación
en sociedad en la que no se supo bien si se vendía un proyecto o un crecepelo
milagroso. Lo cierto es que no faltó nadie a la cita, ni los que debían estar
ese día ni los que esperaban tocar pelo pasadas las elecciones. De lo que
resultó todo aquello siempre nos quedará para el recuerdo en la galería de grandes
astracanadas compostelanas.
Porque fue Reyes, omnipresente Paco, quien se hizo con la
candidatura y a Rosón, que nadie le ha dicho todavía que perdió, le entró la
cosa chunga y se fue del Concello. Si las bases no me quieren, cambiemos las
bases. Pero ni así. Que dicen que le cerraron el paso para evitar que el
partido, el socialista, se convirtiera en algo parecido a una empresa de
catering de las que organizan bodas y eventos ‘culturales’, regalando su legado
y votantes a la izquierda. Ahora dicen que espera a la puerta de casa ver pasar
el cadáver de su enemigo….
Y quedaba todavía un último entreacto en la tramoya de una
oposición socialista que en cuatro años se ha fagocitado a sí misma. Ha ocurrido
cuando el círculo se ha cerrado sobre sí con la llegada al mando de la
nave de una prima de Sánchez Bugallo, como si todo volviera a empezar, como una legislatura de la marmota,
la prima de riesgo a la vista de las encuestas. Eso sí, con el susodicho exalcalde
en el último puesto de la lista. ¿Un simple e inocente detalle honroso lo de
cerrar la lista? Que se lo pregunten a Agustín Hernández.
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