Andábamos por el año 1979 cuando Manuel Dios se presentaba
por primera vez a concejal en Santiago. Ya entonces era ‘gente’, un tío ‘del común’, acuciado por la emergencia social y dispuesto a cambiar el régimen caduco del 78. No se trataba, sin embargo, de su primera incursión electoral ni sería, desde luego, la última, que Manuel Dios, Manolo el del Bombo como le llaman en las oscuras esquinas de Raxoi sus subalternos, es uno de esos políticos-percebe que se aferró en su día a la roca de lo público y de ahí no hay quien haya conseguido moverlo si no es como delegado sindical, por una excedencia o por padecer un arranque de jubilación precoz. Es un ejemplo vivo, reliquia y divertidísimo de la nueva política, esa que nunca se acaba.
Y así hasta hoy en que un Martiño que no quiere gente válida a su alrededor que pueda hacerle
sombra, le dio el actual cargo ‘de cuota’ como el mejor tonto útil que encontró
en Cacheiras, que mientras haya Manolo y Bombo capaz de hacer el ridículo sin sonrojarse
a cambio de una galletita y una palmadita en la espalda, a él irán a parar los
palos de su frenesí. Solo alguien que presume de presumir puede enorgullecerse de formar parte de un gobierno que reconoce discriminar a mujeres necesitadas por razones ideológicas o políticas. Manuel es así cuando da la cara: cuarzo, feldespato y mica. Y, si podemos, dinero de Irán.
Estas son solo algunas de las cosas que se cuentan en la propia
hagiografía que se ha auto elaborado el atolondrado edil, una vida de santos
que se supone está destinada a dar lástima, que no creemos que la haya hecho
para ridiculizarse a sí mismo, que es de izquierdas pero seguro que no tanto. Lo
cierto es que ni aquí somos capaces de sustraernos a la ternura que nos provoca
Manuel Dios, Manolito el Pescador como le conocen en lo que él llama ‘la
comunidad educativa’, gracias a sus homilías diarias, alguien que no admite
reproches de quienes no estén a su altura moral por haber tenido algo que ver
con Conde Roa, que precisamente aquel que ha conseguido con sus maneras de
párroco reseso que casi olvidemos al impagable Gerardo ‘el Breve’. Disfrutamos
como cativas con sus sermones de cada día, su pacifismo de salón, sofá y manta
sabiendo que la paz es el camino, y el camino es vivir de la paz, porque hay paz
buena y paz mala, terroristas buenos y malos y guerras justas e injustas, que
no toda guerra es mala según de quién se trate ni todo terror malo si viene de
aquí o de allá. Unas risas, vamos. Que para eso está Manuel, para hacernos reír
cuando nos explica sus cuitas con los comedores escolares como si en Santiago
fuésemos tontos o votantes suyos. Que lo suyo de él, y así se recita en su oda
a sí mismo, es llenar las calles de la ciudad de niños jugando, riendo,
cantando en corro y recogiendo florecitas, que lo de la excelencia académica,
la mejora del rendimiento escolar o la inquietud cultural o científica es cosa
de fachas. Y nos reímos, vaya si nos reímos de este Manolete que en el año que
va ya para concejal solo ha conseguido dos cosas, intentar que los nenos vayan
andando al cole y, ¡oh, sorpresa!, autoasignarse una subvención para la
Asociación que fundó, presidió y de cuya directiva actualmente forma parte. Todo
lo demás ha sido hacerle la ola al Amado Líder, el señor Noriega, y….bueno, y
nada más.
Mucho ha llovido desde aquel 1979, ahora Manuel Dios es rico
como buen hombre de izquierdas, y posee un patrimonio inmobiliario descomunal
en Santiago que también le ha llegado por herencia, o eso dice. Que ya lo decía
Susanita, la amiga de Mafalda, cuando le preguntaban si estaba a favor de la
propiedad, y respondía que depende de la de quién. Así es Manuel, Manolo el del
Bombo, una de las piezas más preciadas de Compostela Aberta por su incapacidad
natural para la vergüenza, tal vez el mejor tonto útil de Martiño y, sin duda,
uno de los hallazgos cómicos por ridículo y más sobresalientes que haya dado la
política en Santiago. Si alguna vez la ciudad cambia de gobierno pedimos a
quienes alcancen el poder que le permitan seguir en su puesto. A fin de cuentas
no sirve para nada pero las risas que nos regala no tienen precio.
Por cierto, la formación por la que se presentó en 1979 se
llamaba el Partido do Traballo. Con ese nombre y conociéndole, no logró engañar
a nadie, claro.
Ana Ulla: lampreasyboquerones@gmail.com
5 comentarios:
un insulto no hace q lo dicho se sostenga, no he leido ni una sola cosa concreta en la que basar toda la bilis q destila este escrito, no digo yo q haga las cosas bien pero si las hace mal digame cuales y por que cree q las hace mal. Ya no entro en lo de pedirle excelencia academica cuando eso es sabido q depende de la Xunta. La verdad me tengo reido en este blog pero parece q la llegada de Compostela Aberta le ha sentado mal pero la democracia tiene estas cosas, ajo y agua
un insulto no hace q lo dicho se sostenga, no he leido ni una sola cosa concreta en la que basar toda la bilis q destila este escrito, no digo yo q haga las cosas bien pero si las hace mal digame cuales y por que cree q las hace mal. Ya no entro en lo de pedirle excelencia academica cuando eso es sabido q depende de la Xunta. La verdad me tengo reido en este blog pero parece q la llegada de Compostela Aberta le ha sentado mal pero la democracia tiene estas cosas, ajo y agua
Nuestro muy más que apreciado señor: No olvide que sobre todo tiene la democracia que los que se reían ayer con nosotros hoy callan, y los que se callaban ayer ofendidos hoy se ríen, y que cuando cambie el tema, estará por ver quién ríe y quién se siente ofendido. Así somos, que los que hoy ven bilis querrían ver bulas pero aquí nunca la hay para quien gobierna, sea quien sea. Por lo demás, díganos en qué cree que hemos insultado para rectificarnos, pues nada más lejos de nuestra intención. A.Ulla.
Cuando uno comienza en el título por "Manolo el del bombo" creo yo que como descripción no es y de ahí en adelante... ya ni le cuento. No me ofendo ni me río solo veo que incluso para gastar bromas y hacer chascarrillos hay que valer.
Caballero, finalizando por el principio sepa usted que si decimos "....el del Bombo" (que no es ocurrencia nuestra sino escuchada en su propio partido) es por sincera admiración mimética hacia la entrañable figura del incondicional animador de la selección futbolera, seguro que recuerda de quien hablamos. Dicho esto, y siguiendo ahora por el final, de lo demás ya ni le cuento. Y sí, estamos de acuerdo con usted: claro que hay que valer para gastar bromas y chascarrillos, ¡qué nos va a contar!, pero merece la pena lograrlo. Un saludo, A. Ulla.
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