miércoles, 24 de febrero de 2016

Susana Díez de la Cortina Montemayor: 179 aniversario del nacimiento de Rosalía de Castro

Rosalía de Castro bajo la mirada de Xosé Azar

Susana Diez de la Cortina Montemayor

directora académica de AulaDiez español online (www.auladiez.com), empresa dedicada a la enseñanza de español como lengua extranjera.

 Presentación en la Casa de Galicia de Madrid de una antología de Xosé Azar sobre Rosalía


Hoy se conmemora el nacimiento, en el año 1837 en Santiago
de Compostela, de una de las más universales autoras de la
poesía del Romanticismo. La recordamos con la reseña de una
antología poética al cuidado de Xosé Azar presentada en la
Casa de Galicia de Madrid.

Suele ocurrir que cuando un lector tiene en sus manos por primera vez un
libro, antes de adentrarse en la lectura del mismo, lo primero que hace es hojearlo,
leer la contraportada, curiosear desdoblando sus solapas… La portada misma suele ser
la primera toma de contacto con el nuevo libro, y a mí me llamó la atención, en el caso
de esta antología, esa imagen de Rosalía Castro, tan conocida, pero con un
tratamiento moderno, con color, etc., modificación de aquel retrato en el que vemos a
una mujer tocada con un sombrero, un gran lazo o una cofia:

(Imágenes de Rosalía e imagen de la portada del libro ‐derecha‐)
La imagen así utilizada en la portada nos transporta al momento actual, nos
remite casi de inmediato a la voz de Luz Casal, a la adaptación de la canción sobre el
poema de Rosalía que hizo para ella Carlos Núñez, canción enormemente popularizada
en nuestros días por haber sido incluida en película de Alejandro Amenábar. Pero nos
remite también a las imágenes de nuestros textos escolares, e incluso a aquella otra
imagen de Rosalía, ya más estilizada, con el tabique nasal notablemente más
adelgazado, que recordamos sin duda los que diariamente la vimos pasar por nuestras
manos impresa en aquellos billetes de 500 pesetas:



con su aspecto elegante y discreto de dama decimonónica, tal vez la imagen de una
maestra de pueblo solterona, o una sufragista… A ella se refiere el propio Xosé Azar en
la página 20 de su libro, cuando habla de su aspecto enigmático diciendo así:
“En la fotografía más famosa de ella, que nos la muestra en su plenitud, tiene una
cierta sonrisa de esfinge y una mirada burlona: estoy seguro que el misterio de Rosalía
es el eros de su poesía; parece decirnos: ‘no me conocéis’”.
Es la imagen de un personaje público, conocido, mitificado, la de la Rosalía
emblema del Rexurdimento
y que corresponde al retrato en el que la escritora estampó su firma autógrafa como
Rosalía Castro de Murguía, consignando los apellidos de sus dos grandes afectos, de
sus dos grandes pesares: el de su madre, Castro y el de su marido, Murguía. Ninguno
de los dos apellidos era el de su padre, cuya identidad quedó mucho tiempo oculta,
quizás un tanto deliberadamente, para no dañar ese carácter mítico que la escritora
tiene para los gallegos. Hoy sabemos que su padre fue el sacerdote José Martínez
Viojo, y que Rosalía pasó los primeros años de su infancia alejada de su madre, quien
posiblemente se vio obligada por las circunstancias a esconder a la niña para intentar
salvaguardar su honor de doncella de la baja nobleza gallega…
Pero volviendo a la portada del libro, lo que llama la atención no es sólo el
tratamiento moderno de una imagen antigua y archiconocida, lo que llama la atención
es que está partida. Casualmente o no, la portada parece decirnos: “¡ojo!, ustedes
conocen mucho a esta mujer, sí, ustedes creen conocer algo de ella incluso aunque no
hayan abierto nunca un libro suyo, porque su figura está por doquier, y la identifican,
es cierto, pero cuidado: conocen sólo la mitad. Abran el libro, léanlo porque les queda
todavía por conocer la otra mitad, les falta la otra parte”. Esa mitad que no aparece
debe de ser ‐precisamente porque se nos escamotea, porque se nos oculta‐ la más
relevante.


Y entonces abrimos el libro de Xosé Azar. Pero aún no lo leemos, posponemos
para otro momento su lectura y lo seguimos hojeando, intentando comprobar si
encontraremos en él esa otra mitad que nos sugiere la portada. Y al hacerlo
encontramos otra imagen sugerente, el retrato que Modesto Brocos hizo de una
Rosalía madura, aunque, como saben, nunca llegaría a serlo del todo porque murió
joven, a los 48 años:


(Retrato de Rosalía de Castro pintado por Modesto Brocos)

Topamos con la imagen de la Rosalía madura, topamos con la de su madre, las
comparamos… Ya no estamos ante la imagen un tanto idealizada que tan bien
conocemos. El rostro que contemplamos tiene una nariz menos estilizada, un pliegue
en la boca notablemente más adusto…
Pero aun hay más: el libro también nos brinda el retrato de una Rosalía,
jovencísima y primorosamente engalanada, de talle esbelto y mirada soñadora y algo
triste, absorta en sus pensamientos, con la mano indolentemente posada sobre el
regazo y sosteniendo apenas lo que parece ser un abanico… ¿Será, acaso, que va a ser
necesario recordar a la niña que fue Rosalía cuando leamos este libro, para poder
comprender esa mitad que falta? ¿Vendrá ese estar partida, sentirse partida,
manifestarse partida, de la infancia de Rosalía? Así lo afirma Xosé Azar cuando dice en
la página 20 de su libro:
“Rosalía, por las deficiencias de integración materna, necesita una recepción infinita
que nunca alcanzará, y ésta es su tragedia y su sabiduría, el sentimiento de ser una
mitad que clama por la otra imposible”.

(Retrato de Rosalía, página 22) (Retrato de Xosé Azar, solapa)

Y, ahora, fíjense en el retrato que la solapa del libro contiene también de
nuestro autor, Xosé Azar. ¿Es coincidencia? La misma postura en ambos retratos, la
misma mirada absorta y soñadora, el mismo apoyo en el brazo doblado, el mismo leve
giro hacia el costado derecho… La escritora apenas adolescente; el escritor, filósofo y
escultor en su plena madurez creadora; ambos absortos, (y permítanme recordar que
absorto es el participio irregular de absorber, es decir, sorber hacia adentro,
interiorizar, incorporar); ambos ensimismados (qué bonita palabra), vueltos hacia sí
mismos, hacia adentro: nada externo les distrae. Es la mirada que vamos a encontrar
en la lectura que Xosé Azar, con su particular Poética, hace de los poemas de Rosalía.
Se me ocurre que es también la mirada con la que al escritor Xosé Azar le gustaría,
quizás, ser leído, él mismo: una mirada que se abstrae del mito, de la figura idealizada
–la de la escritora emblemática gallega que todos conocemos–, una mirada que se
posa de nuevo, limpia, en las palabras, en los versos de Rosalía, para hacer una lectura
auténtica, para hacer su lectura, y que no es, en definitiva, sino la invitación que nos
hace el artista a todos nosotros, los potenciales lectores, para que hagamos otro tanto.
Volvamos a leer a Rosalía, por decirlo así, ‘absortamente’, como seguramente ella,
según muestra esa imagen casi infantil, pensaría sus versos.
El anhelo de amor y de plenitud, de unicidad a través del amor, es una de las
dos mitades de esta antología; la otra mitad es la existencial. De estos 50 poemas
esenciales que recoge y comenta Xosé Azar yo ahora, si me permiten, quiero compartir
con ustedes la lectura del último, que dice así:
Si al festín de los dioses llegas tarde,
ya del néctar celeste
que rebosó en las ánforas divinas
sólo, alma triste, encontrarás las heces.
Mas aun así de su amargor dulcísimo
conservarás tan íntimos recuerdos,
que bastarán a consolar las penas
de la vida en el áspero desierto.
Estoy segura de que les gustará la interpretación que hace Xosé Azar del
poema, entendiendo este llegar tarde al festín de los dioses como un llegar de la niña
que fue Rosalía “a deshora, cuando nadie la deseaba”. Y aún así, para ella, esos restos
del festín, esas últimas heces, bastan para llenar la vida de consuelo. Espero que su
mensaje les haya conmovido y les haya emocionado tanto como a mí.
Madrid, 18 de noviembre de 2010
Texto de la conferencia de Susana Diez de la Cortina Montemayor, filóloga y directora académica de AulaDiez
español online (www.auladiez.com), pronunciada en la Casa de Galicia de Madrid el 18 de noviembre de 2010, con
motivo de la presentación del libro de Xosé Azar “Rosalía erótica y existencial. Cincuenta poemas esenciales”,
publicado en Madrid, Editorial Manuscritos, 2010.


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