Por Beatriz de Bonaval
De nuevo volvió a pedir
protagonismo. Esperemos que no sea por celos al niño de la diputada Bescansa,
que ya sale más que él, y en nacional. Beiras sabe que sólo le escuchan los
suyos (ayer mismo daba un mitin henchido en un local del casco histórico
rodeado de sus huestes) y que el resto
de los mortales le ve con cierta paciencia como un señor que no se dio cuenta
que su tiempo ya se acabó y que estaría muy bien haciendo otras cosas, por su
propia dignidad.
Conocí al profesor Xosé M. Beiras como alumna en la USC. Bueno,
rectifico, tenía un profesor en un programa al que sólo ví en dos ocasiones
durante ese año. No se dignaba mucho a venir por clase a darnos sus mítines y
hasta nos admitía con cierta prepotencia que los exámenes no los corregía él sino
su secretaria. Que era un hombre muy
ocupado. La pregunta es ¿por qué cobraba entonces? Bien pensado fue el
precursor de Errejón con su beca.
Beiras es un niño bien, de buena cuna (como el de Bescansa) y al que
le gusta demasiado ser el centro de atención. Tuvo un gran discurso económico
en los 70 y todo el que haya estudiado economía habrá leído sus teorías. Para
entonces era un adelantado, un hombre inteligente con buen discurso. Pero se
quedó allí. Por eso sigue nombrando lo mismo de siempre en sus gritos de
guerra: Franco, Fraga, comunismo, … Alguien debiera hacerle un favor y decirle
que han pasado 40 años y que existen teléfonos móviles e internet. También que llegó la Democracia a España y
que todos los comunismos han resultado ser un auténtico desastre para los
pueblos que los padecieron (esto último mejor poco a poco que ya es mayor e
igual tenemos un disgusto).
Ayer recurrió de nuevo a lo que le funciona para que hablen de él: el
insulto, la demagogia barata y el golpe en la mesa con o sin zapato. Lamentable
espectáculo para quien representa a ciudadanos en una institución. Y alguien
como él sabe que no es un comportamiento digno. Beiras ya no es protagonista y
eso lo lleva mal. Ahora lo son el niño de Bescansa, Pablo “porque yo lo valgo”
Iglesias y como no, su discípulo, el delfín… Martiño Noriega. Ese que en Teo
consiguió convencer a bastantes de que era un buen alcalde porque no hacer nada
en un pueblo como Teo, pasa desapercibido. Pero claro, no mover ficha en la
capital de Galicia y rodearse de gente inexperta, variopinta y desmotivada…no
le ha ayudado en Santiago a que los ciudadanos se diesen cuenta de que ni sabe
ni quiere; y lo que es más grave, le viene muy grande ser alcalde de la capital
de Galicia. Pero que muy, muy grande.
Nueve meses ya de gobierno y sólo hemos visto: manifiestos de igualdad, cambios
de nombres, bajada de banderas, contratos a 17999 euros a todos los de su
cuerda, adjudicaciones de comedores surrealistas y arreglo de fochancas tardías.
Nada de proyectos de ciudad, consecución de fondos, ayuda al empresariado
(salvando a los anteriores de los contratos 17.999), carnavalgatas y fotos con
Ada Colau y otros…Eso sí, de Martiño hablan, aunque sea mal. Por eso Beiras
vuelve a las andadas. Y encima le castigaron. A los maleducados consentidos a
veces hay quien tiene el valor de ponerlos en su lugar.
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