De La Minoría Absoluta

Pretender huir de los tópicos es, probablemente, el mayor de ellos, pero resulta delicioso.
Así, hay quienes intentan hacer una radiografía de la política compostelana, pero no les dan cita hasta dentro de un año. Y es que cualquier ciudadano no avisado, un turista acaso, llegará a la conclusión de que en Santiago no hay alcalde ni Concello, salvo para peregrinos concursos y multas, una ciudad en la que políticamente nunca pasa nada, que es como una balsa de aceite, aunque sea de girasol ucraniano. Un gobierno municipal creado bajo la consigna de que quien biparte y rebiparte se lleva la mejor parte o, como diría aquel, en materia de poder municipal divide y vencerás, todo ello aprovechando que la tropa del pepé anda perdida como gallina a la que cortan la cabeza. Puede que buena parte de ello se deba al papel que juegan los medios de comunicación cuando saben trabajar bien como correo o voz de los intereses de partido porque para ellos siempre hay presupuesto aprobado.
Entre medio pasaron las fiestas de la Ascensión con la íntima satisfacción para el futuro que saber que difícilmente podrán ser más desilusionantes. Tal vez porque no estamos para tirar cohetes.

José María Sánchez Reverte