Muchos pensaron que el adefesio estético de la Plaza Roxa resultaría insuperable. Pues no, el Concello está dispuesto a mejorar esa marca. Todo ello a propósito del concurso de ideas presentado para la remodelación de la Plaza de Galicia, que finalmente quedará como desierto. La plaza, no el concurso. Porque no hay que olvidar que esa cosa que es el Cikichiki ha sido fruto también de un concurso, así que mucho cuidado. El proyecto, naturalmente, no es vinculante, no vaya a ocurrir como con los presupuestos municipales que sí lo son y ya ven qué risa, que si no hay plazo para estos presupuestos cómo va a hablarse de presupuestos para esta plaza.
En su insondable sabiduría, no ha dudado el Concello en reconocer que tenga que ser un arquitecto italiano el que ponga orden en tan castigada plaza, a ver si así conseguimos hacer de Santiago una ciudad “moenna” de verdad, es decir, abundancia de plástico y acero para que nos sintamos arrobados mientras dormitamos en cualquiera de los atascos que, eso sí, seguiremos sufriendo a diario.
Tanta sofisticación bipartita para después acabar firmando manifiestos por una normalización lingüística que, en su paranoia, más que Mesa diríase diván.
No hay comentarios:
Publicar un comentario