Lo preocupante del aumento de robos en comercios es cuando la única alarma que suena es la social. Es lo que está ocurriendo en Compostela con la reciente sucesión de asaltos a estos establecimientos y la política de guante blando que se transmite desde el Concello. Si exceptuamos esos robos Santiago es, se dice desde la concejalía más o menos competente, un edén de la seguridad ciudadana porque tales hechos y por más que nos pueda sorprender resulta que son tan inevitables que desde dicha concejalía se ha apostado por no hacer nada al respecto ya que seguirían ocurriendo aunque aumentasen los efectivos y, en efecto, para qué preocuparse entonces. Lástima que no piensen igual respecto de las multas porque si las infracciones van a seguir cometiéndose para qué multar, que sacar policías de la recaudación automovilística para esos menesteres es, cuando menos, poco austero y mejor es que sigan haciendo la estatua que la ronda.
Y todo porque a veces las explicaciones son peores que las malas excusas, para las que siempre hay varita mágica, y cuando nos están robando la tranquilidad nos preguntamos si la impunidad municipal se debe a si estos ladrones puedan tener cien años de perdón.
Y todo porque a veces las explicaciones son peores que las malas excusas, para las que siempre hay varita mágica, y cuando nos están robando la tranquilidad nos preguntamos si la impunidad municipal se debe a si estos ladrones puedan tener cien años de perdón.
Publicado en SANTIAGOSIETE el 25 de Septiembre de 2009
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