Tal día como hoy se cumple un día de aquel en que la candidatura de Madrid fue postergada por la de Río de Janeiro para celebrar las Olimpiadas en 2016. Parece poco tiempo, pero en realidad lo es, aunque sí suficiente para que algunos lo recuerden.
Hay que saber perder, sí, pero coño, ¿para cuándo aprender a ganar?
Ahora, a toro pasado, son fáciles de comprender las razones de no haber resultado elegida, los motivos que llevaron a preferir a Río, las causas últimas de las razones de las votaciones y los por qué que movieron a los miembros sufragistas. Todo eso ahora, claro, que ayer fue otra cosa entre los que lo veían todo claro clarísimo, los que albergaban dudas de renta antigua y los que, porque nunca faltan aquellos que se les caen a sus madres al suelo al nacer golpeándose la cabeza, se alegraban de que perdiera Madrid por “esos motivos”.
Hoy todo es idénticamente distinto a ayer y miméticamente semejante a mañana.
Es el día de decir que, quien Río el último, ríe mejor.
Si felicitar hoy a Río es de caballeros, entonces que lo hagan otros.
Hay que saber perder, sí, pero coño, ¿para cuándo aprender a ganar?
Ahora, a toro pasado, son fáciles de comprender las razones de no haber resultado elegida, los motivos que llevaron a preferir a Río, las causas últimas de las razones de las votaciones y los por qué que movieron a los miembros sufragistas. Todo eso ahora, claro, que ayer fue otra cosa entre los que lo veían todo claro clarísimo, los que albergaban dudas de renta antigua y los que, porque nunca faltan aquellos que se les caen a sus madres al suelo al nacer golpeándose la cabeza, se alegraban de que perdiera Madrid por “esos motivos”.
Hoy todo es idénticamente distinto a ayer y miméticamente semejante a mañana.
Es el día de decir que, quien Río el último, ríe mejor.
Si felicitar hoy a Río es de caballeros, entonces que lo hagan otros.
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