Aún se discute si en las clínicas donde aborten las niñas de dieciséis años se podrá fumar o no. Posiblemente no, como tampoco se podrá en los prostíbulos ilegales, y hacen bien las autoridades sanitarias proscribiendo esos humos por el bien de las embarazadas. Porque aunque la crisis nos tenga en un sinvivir al menos que sea con salud, y es que las políticas sobre el tabaco, a pesar de ser este una de las principales causas de la bajada del paro, son de esas iniciativas recurrentes cuando a los gobernantes les interesa distraer la atención o vendernos humo, porque en realidad dicen que nos cuidan, pero es solo de boquilla.
El fumador más o menos empedernido tendrá dentro de poco que esconderse entre los tubos de escape de los coches para dar sus caladas clandestinas, pues los no fumadores no tienen por qué soportar que los traten como a colillas en los espacios públicos. Lo extraño es que las normas no sean más rotundas en ese sentido, enfrentadas a una hostelería no dispuesta a fumarse la pipa de la paz con una administración a la que solo parece importarle lo monetario: subida del tabaco y al que pillen fumando meterle un puro.
El fumador más o menos empedernido tendrá dentro de poco que esconderse entre los tubos de escape de los coches para dar sus caladas clandestinas, pues los no fumadores no tienen por qué soportar que los traten como a colillas en los espacios públicos. Lo extraño es que las normas no sean más rotundas en ese sentido, enfrentadas a una hostelería no dispuesta a fumarse la pipa de la paz con una administración a la que solo parece importarle lo monetario: subida del tabaco y al que pillen fumando meterle un puro.
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