Grandes políticos tenemos que no solo trabajan por nosotros, sino que además también se van de vacaciones por nosotros ¡Todo un lujo asiático en los tiempos que corren atropellándonos! Un mes, entero, con sus noches, sus barcos en la ría, sus horas al sol como lagartijas, en fin, cualquier cosa con tal de no asomarse al agujero económico que se expande por Santiago como la niebla de las vergüenzas torerillas. Se habla, según quién, de más de sesenta millones de euros de deuda, sin redondeo según los socialistas porque algunos pagos ya estaban calculados (¡), dinero que es deuda de todos los compostelanos y cuyo pago, en efecto, o en efectivo, lo haremos nosotros ¡y no pasará nada! ¿Y de quién es la culpa? De Franco, claro, o de Zapatero, quien usted prefiera, pero ahí está ese boquete que nadie es capaz de llenar ni con el aire de las promesas. Benditos malditos manirrotos que horadaron la pax compostelana recortando la hierba bajo los pies de sus habitantes, un agujero convertido en tremendas fauces que devora hasta la luz, negro como las conciencias, profundo como la irresponsabilidad, frío y evitado como el mirar a los ojos a un desamparado que agoniza socialmente en la rúa.
El actual gobierno municipal ha puesto el grito en el cielo (léase: envió una nota de prensa) dando cuenta de semejante sima económica, y puede que por falta de espacio, de papel o por ahorrar en austera tinta que todo lo soporta, no añadió que el descuadre del círculo vicioso de esta deuda se produjo delante de sus narices. ¿Dónde estaban los actuales gobernantes cuando las cuentas municipales comenzaron a cojear como un delantero argentino? Ellos dicen que en la oposición, pero el resto de ciudadanos creemos que en la berza. ¿Faltan sesenta millones de euros y ahora se enteran? ¿Y estos son los que van a gobernarnos?
Llegan ahora las semanas de lucir palmito, moreno y buenos propósitos adquiridos en los dutty free cuando a punto se está de embarcar regreso a casa. Podemos decir, pues el mismo argumento es demagogia o indignación según quién lo lea, que se han pasado un mes rascándose la claraboya a cuenta del contribuyente. Y sonreirán, y dirán que en el fondo ese dinero bla, bla y, sobre todo, bla, y ahora que les quiten, que les quiten lo gastao (ououou…). Por si acaso, algunos opinan que el alcalde se ha dejado barba para dar más pena, quién sabe, o puede que por ahorrar agua, pero no sabemos si ahora parece más a un Geyperman o a un forzudo del circo.
De lo que sí estamos seguros es del deseo, cada vez mayor, de borrar la nefanda costumbre de que las mujeres tomen el sol en verano. De verdad, ¿al alguien le gusta ese moreno fango que hemos de soportar a cada paso? Donde esté una piel con aspecto de limpia…pero en fin, ¡vivimos tiempos de tan sonrojante vulgaridad estética que qué..! Mejor una cereza que una batata, dónde va a parar...
Lo dicho: las cuentas claras y el chocolate, el del loro, espeso.
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