Despacho del Comité de Garantías Internas del Pp de Santiago |
Por Sylvia Vaamonde
Y es que cuando una escucha, o lee, aquello de “…según
fuentes del Pp de Santiago…” no puede evitar la risa floja, o tonta, como una quisiera
ser. Unas veces porque pienso que a quien habla o escribe apelando a una
“fuente” solo le falta añadir “…o sea, yo…” o bien “…o sea, como dice mi
jefe…”, y otras porque una imagina la siguiente situación: ¿quién va a
preguntarle a una”fuente” que no va a decirte lo que quieres escuchar? Es de
cajón, de la ESO. Una va a la fuente que le da agua fresca, nadie es tan tonto
como para preguntarle a una fuente que va a desmentirte lo que ya tienes decidido
escribir de antemano.
Y sin embargo, tan manida frase no deja de usarse como
argumento de autoridad. ¿Ante quién? Hoy en día ante nadie, pero se sigue
empleando, tal vez porque de este modo una se justifica, o se descarga de
posibles meteduras de muslo. ¿Que aquello fue una trola? Pues la culpa es de la
fuente ¿Que la exclusiva quedó en una ventosidad? Pregúntele a la fuente. ¿Que
parece que solo hablamos para favorecer a una parte? Lo dijo la fuente. Y así.
Y, ¿qué pasa con las fuentes? Da la impresión que los medios
de comunicación siguen pensando que los ciudadanos somos tontos, y no me
refiero solo al hecho de que aún se les lea. Ocurre que confunden los conceptos
“filtración” y “recadero”, o “fuente” y de“soplón”, confusión que no opera en
la ciudadanía capaz, todavía, de discernir qué puede esperar del periódico que
abre y de la “fuente” que le informa.
¿Acabará el Pp de Santiago de crear un “Comité de Fuentes
del Pp”?
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