martes, 20 de febrero de 2018

Cincuenta sombras de Martiño


Iria Bembibre

No creemos, como sí haría Freud, que toda Compostela Aberta sea una panda de reprimidos sexuales. Y no lo creemos porque posiblemente alguno, alguno al menos, habrá que necesite el dinero (público) que regala el alcalde Noriega a quienes le apoyen  (dinero que luego, por cierto, quizá vuelva a aparecer en las cuentas de su partido bajo el nombre de aportaciones individuales, pero eso ya es cosa de la fiscalía). La vida está muy dura y salvo la señora de Martiño y quienes escriben para ella (por ejemplo, el tipo que ahora vende el libro que le ha escrito a Martiño), los demás han de rendir pleitesía periódicamente y mamar del grifo de Noriega si quieren seguir contando con su publicidad o ayudas directas ‘a la creación’. El secreto de ‘la gente de la cultura’ en Santiago, con Martiño, es que hay mamar. La cultura se mama y si no se mama no hay cultura. Ni dinero, claro. La cultura en definitiva es cuestión de mamársela para entenderla y que te entre.

La obsesión de este partido por decir caca, culo, pedo, pis y después reírse de lo cultos que son, resulta llamativa, más que nada porque muchos de ellos hace tiempo que cumplieron ocho, puede que nueve años, de edad biológica. Atrás queda por ejemplo los célebres y celebrados comentarios homófobos y machistas del concejal Rafael Peña que, como dijo entonces el que lo mantiene en el cargo, Martiño, eran libertad de expresión porque los escribió antes de ser concejal.
Y ahí está la clave. El pregón del pregonero de Carnaval no fue un ejercicio de liberta de expresión, esa matraca casposa que usan los jornaleros del dinero público de la Marea para decir lo que les plazca y acallar a quienes convenga. No es libertad de expresión porque el pregonero cobró por ello, y habiendo dinero de por medio no puede hablarse de libertad de expresión, sino de relación contractual. Concretamente la de Compostela Aberta (decir Concello sería excesivo), con el pregonero. Se le pagó para que diera ese pregón, y si no lo hubiera hecho se le podría acusar de incumplimiento de contrato, pero no de menoscabar la libertad de expresión.

La obsesión rijosa de Compostela Aberta por las tetas radica en hacernos olvidar lo principal: una vez más, (y van ya ni se sabe), Martiño ha contratado a un colega, amigo, amiguete del alma con dinero público para un acto institucional. Si olvidamos esto es que no hemos comprendido nada acerca de esta panda de obsesos sexuales.

 Lo doloroso del pregón no fue el habitual contenido propio de pajilleros que van de libertarios. Lo insultante es el propio Martiño, el mismo que contrató a la empresa de su señora con dinero público y la ha venido promocionando con los mismos cuartos, una actriz mediocre que ha encontrado en el Concello que manda el señor que le paga las Galas una promoción con la que nunca soñó ni siquiera cuando era vicepresidente de la Asociación que ahora ha salido en defensa del pregonero al que ha pagado su señor pareja. Lo doloroso del pregón es que se ha hecho contratando a un amiguete del alcalde con favores nada claros, lo mismo que se ha favorecido con dinero público a la anterior empresa editorial de su jefe de gabinete Miguel Penas (antes Rodríguez, ya no) y a la madre de su hijo, sin olvidar al señor Duarte y sus amigos arquitectos que tanto bien han hecho en la Casa Das Mulleres (once concretamente, y todas amigas de Martiño), o cómo la concejala de Cultura (sic) Branca Novoneyra (casi escribimos novoneura, pero al final no), hija de un poeta discretito pero del que espera vivir el resto de su vida gracias a la fundación de la que forma parte X.M.Beiras, con sus parabienes a su antigua socia de Picaversos, o Marta Lois y su recua de organizaciones que hacen “estudios” a buen precio semana sí semana también o, lo último, la cosa de la sanidad pública que utilizó el propio Concello para publicitar la asociación que preside el hermano del ocioso concejal Manuel Dios. Estos son solo algunos ejemplos, pues los hay a cientos y hemos hablado de ellos hasta el aburrimiento ante la desidia de la oposición, que estaríamos hablando de estos casos de clientelismo que hemos expuesto bien documentado hasta la saciedad.

Esa es la cuestión principal, si no apoyas al alcalde no cobras. Lo sabe hasta el de la SER, el medio que más ha cobrado ¡decenas de miles de euros! de Martiño, su buen amigo, a quien defiende a capa y espada por unos putos duros, y lo saben los periódicos que paga el Concello, las revistas aparentemente culturales o de tendencias, los artistas que quieren una oportunidad, las falsas feministas, todo el que quiere hoy día que el Concello le contrate, tiene que pasar por el aro electoral o, sencillamente, ser amigo de Martiño. Todo lo demás son cortinas de humo. El pregonero dio el pregón que dio porque cobró para hacerlo. Y no hay más. Y cobró porque forma parte del grupo de votantes de Martiño, el alcalde que le pagó con dinero público. Si ofendió a alguien o no lo hizo es cuestión secundaria y sin interés. Lo principal, lo preocupante, lo que de verdad importa es que Martiño utiliza los recursos públicos para mantenerse en el poder comprando votos de quienes dependen económicamente de él, invistiéndolo con pomposos nombres como cultura o libertad de expresión. Pero es clientelismo.

Martiño, maestro en el arte de la mentira política y personal, lo ha dejado claro: si alguien se ha molestado, que se joda. Dicho para que lo entienda hasta un neno o uno de su partido: si he de elegir entre mis vecinos y mi vida política, que se jodan mis vecinos. En Santiago es Martiño el que dice qué es libertad de expresión y cuáles son sus límites. Por eso, a la hora de defender esa libertad lo tiene claro: que nadie opine lo contrario.

Lo pueden vestir como quieran unos y otros, pero el problema real es el espíritu totalitario de Martiño, comunista con colonia, de usar lo público para mantenerse en el poder. El pregón no fue un acto de libertad de expresión, ya lo hemos dicho, sino una muestra de la política de Martiño y la creación de una red clientelar que justifica, como buen comunista, creando un enemigo exterior, la Iglesia y compañía, a quienes tilda de enemigos de la libertad de expresión. Y lo dic el, el defensor de la libertad de expresión, el mismo que asegura que si ha habido polémica es por culpa de quienes se han dedicado a expresar, con libertad, sus tejemanejes. Si nadie hubiese informando, sostiene el alcalde, nadie se habría enterado de lo ocurrido y no hubiera existido polémica.

Martiño la ha cagado una vez más y hará lo que siempre ha hecho en estos casos: presentarse como la víctima de su diarrea. Igual hasta denuncia ante la policía los insultos de los insultados. Entonces hablará de 'campañas orquestadas', como siempre, lo de siempre. Palmeros no le faltarán porque los paga él.

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