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domingo, 18 de enero de 2009

De Toñi Vicente


Publicado en SANTIAGOSIETE el 16 de Enero de 2009


A partir de ahora las mejores guías de Santiago se venderán con unas páginas arrancadas. Y es que en el restaurante de Toñi Vicente han sacado por la ventana el mantel blanco de rendirse, sin más café ni copa y a la espera del puro, el judicial. Se marcha sacudiéndose el polvo de los zapatos a la salida, entre risitas de hiena en pleno festín y una estrella gastronómica fundida en negro porque la intoxicación, la otra, ha surtido sus extrañísimos efectos, saltando desde un tren en marcha que nunca parece llegar a ninguna parte. En el hueco que queda no es leña de árbol caído, sino mondadientes lo que han hecho de la restauradora, y con su ida se va también una parte de Santiago quedando aquí la satisfecha, la cateta, la pueblerina que se dibujó, maldita sea, en los informes de la UNESCO, una ciudad que pretende ser referente de algo y apenas se asemeja a un Puerto Hurraco que devora a sus hijos y hace fiesta a delincuentes. Se ha hecho un poco más de noche entre estas cuatro calles de piedra y ya vuelve a oler a aceite rancio y alcanfor, a bosta y abrigo de pieles, y Santiago empieza a ser también algo más pequeña en los mapas, algo más lejana, un poco más oscura desde el cielo, una ciudad que a veces es una trampa, paranoica como un xacobeo laico.

Y a pesar de tanto, lo cierto es que en “el” Toñi Vicente se servía, sobre todo, Santiago en todas las lenguas, incluida la de las meteduras de pata o las graves equivocaciones, las mismas que ahora pasan una dura factura que nadie está dispuesto a pagar porque no se les repita a algunos este trago. Porque no es defender lo indefendible, el desfeito de la malhadada vieira, sino reconocer ese otro capítulo vibrante de Compostela llamado Toñi Vicente, una historia al vapor con final infeliz para todos nosotros, los que no hemos sabido defender lo nuestro, ciegos como hemos querido estar teniendo tapados los ojos con la boina calada hasta la nariz. Pero no pasa nada porque mañana todo seguirá igual, sí, igual que hace cien años otra vez.

sábado, 13 de septiembre de 2008

De Las Vieiras En Salsa Rosa


Publicado en SANTIAGOSIETE el 12 de Septiembre de 2008

En pocos días hemos pasado de aburrirnos como ostras a desayunarnos con lo de las vieiras asesinas, una de esas noticias que le dejan a uno cara de toxina. Y es que el domingo en Santiago se hizo de pronto un silencio sepulcral, gélido, como cuando en una reunión bulliciosa alguien rompe un jarrón. La abanderada culinaria Toñi Vicente era detenida y acusada de un delito de lesa digestión, aunque si finalmente se demostrara su culpabilidad pocos creen que acabara pagando el pato. Sin embargo, la forma en que se están cociendo las informaciones deja cierto mal sabor de boca, un ambiente de resentimiento con taninos de zorras y uvas. Leemos, escuchamos y nadie en el fondo condena a la afamada cocinera aunque la sensación mediática sea la de ponerla a caldo, como si el pobre bicho fuera el único en causar intoxicaciones. El secreto de sumario cumple de nuevo las veces de pregonero y los juicios populares se hacen más evidentes y dolorosos que cualquier otro que puedan hacerle las puñetas, sobre todo porque aunque lo llamen delito contra la salud pública en realidad solo alcanza a la salud privada de unos pocos.

Resulta extraño que durante días solo se conociera el nombre de Vicente, de unos furtivos malvadísimos y algún pérfido distribuidor, algo que huele a venganza a fuego lento con su pizca de ajenjo. Ahora que todos sabían que en realidad ni es la primera ni la única en adobar su carta certificada con casquería hay cierta complacencia en admitir que el michelín de alguno no le salga gratis a otros, y solo unos pocos compañeros de fogones la están apoyando en su periplo de furgones cuando lo fácil es lavarse las manos antes de mojarse con un asunto tan visceral.

Puede ser hora de tirar del mantel y que paguen todos los que se creyeron impunes, pues si es verdad cuanto se dice es porque se pudo hacer y si se pudo es porque quizá quienes debieron impedirlo estén a esta hora pidiéndose unos análisis de urgencia. Menos cuidados con la memoria histórica y más con la que daña la toxina, menos políticas de lengua patria y más de lengua azul.

José María Sánchez Reverte

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