Finalmente la ficción ha superado a la realidad, y esta de nuevo a aquella, y esta a los rumores, y estos a la realidad otra vez y, por último, Conde Roa ha superado (por enésima ocasión) a todos con motivo de la denuncia fiscal incoada, esa que todos han visto porque en estos casos, como en las infidelidades, el interesado es el último en enterarse. Consuela saber que todos en Santiago conocían el asunto, que era cuestión de tiempo, son esas cosas que ya se saben, esas que son porque sí, esas cosas de Santiago de toda la vida, pero no nos negarán que sería la monda si al final, poco probable, no fuese cierto el tema.
Solo queda hacernos la pregunta de los seis mil euros (la antigua pregunta del millón):
Y ahora, ¿qué?
La respuesta está en la calle, desde quienes piden su cabeza hasta quienes piden calma más o menos chicha, desde quienes piden respetar la presunción de inocencia hasta quienes claman en lacrimógena súplica que no se hagan juicios paralelos….tal vez por si los futuribles acasos, o tal vez porque la sentencia paralela ya ha sido dictada porque en Santiago todo el mundo es inocente mientras la televisión o El Correo no digan lo contrario.
Resulta sencillamente complicado atenerse a una postura respecto a este tema, jurídicamente no plantea muchas complicaciones, las únicas posibilidades son tres, tal vez cuatro, dirimibles en media mañana. Pero tras pasar revista a la colección de varas de medir esgrimidas y barnizadas en estos días, la papeleta del alcalde y de sus superiores mediatos no se presenta doada. Todos somos especialistas en dimisionar a cualquiera, pero a la hora de un pariente próximo, políticamente hablando, le entra la tos al personal, o han de ir al baño, a revisar el gas o marcharse a pasar la ITV en ese momento. Que hagan los suyos y proponga la oposición lo que quieran, que no les faltarán motivos para convencernos de que es lo mejor. Pero lo que nunca perdonaríamos los ciudadanos es que se callara el fraude si es que existe, que lo ocultara en un país donde tener a las empresas en permanente pirueta judicial es una honra, defraudar un título de cuasi aristocracia, y engañar al de a pie hasta la burla carcajadesca es presunto requisito para medrar en lo político o lo social. Pero que defraude y se lo calle, y no deje participar de ello a los demás en fiestas o rifas resulta algo imperdonable, de mal gusto, anticompostelano, vulgar. Así que, duro con él.
1 comentario:
Este CR es un cachondo!!!!
Y además un año fue "Elegante"!
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