Por Ana Ulla
Que El Correo y La Voz como únicos periódicos de Santiago, al tratar el asunto de la Pokémon y sus efectos en el Concello anden a tiros el uno con el otro no es cosa nueva ni, según se mire, divertida. Con no poca desgana hoy también será día para hablar de Raxoi y su particular ciclogénesis, o de cómo los heraldos se tiran el cornetín a la cabeza. Y es que El Correo Gallego, dando una vuelta menos de tuerca al asunto Pokémon y las filtraciones voceras, se lanza a desmentir en grandes, casi acojonantes, titulares, el tema que ha traído de cabeza al alcalde Currás en las últimas horas. ¿Lo conseguirá? Juzgue usted mismo:
Que El Correo y La Voz como únicos periódicos de Santiago, al tratar el asunto de la Pokémon y sus efectos en el Concello anden a tiros el uno con el otro no es cosa nueva ni, según se mire, divertida. Con no poca desgana hoy también será día para hablar de Raxoi y su particular ciclogénesis, o de cómo los heraldos se tiran el cornetín a la cabeza. Y es que El Correo Gallego, dando una vuelta menos de tuerca al asunto Pokémon y las filtraciones voceras, se lanza a desmentir en grandes, casi acojonantes, titulares, el tema que ha traído de cabeza al alcalde Currás en las últimas horas. ¿Lo conseguirá? Juzgue usted mismo:
En primer lugar, desmiente que el alcalde presionara para la
dichosa firma a la concejala Rebeca Domínguez por la sencilla razón de que él,
el alcalde, no estaba presente en ese momento. Y para sustentar esta
información proporciona una relación de reuniones entre la concejala y el
funcionario implicado en que estos siempre estaban a solas. Ergo, si no estaba
el alcalde, difícilmente podía presionar. Hasta ahí bien salvo…salvo que en esa
relación de reuniones falta curiosamente una, la del pasado lunes, la filtrada
por La Voz, la de autos, en la que sí estaban alcalde y concejala, presencia
que nadie ha desmentido por más que el desarrollo de los hechos se haya
prestado a diferentes versiones según quién opinaba.
En segundo lugar, desmiente El Correo que el informe haya
sido falsificado. Esto lo recogió también La Voz en el día de ayer por boca
precisamente del funcionario que lo redactó. Afirma El Correo hoy, en palabras
del abogado de dicho funcionario, que no hubo falsedad ya que se limitó a
copiar el informe que vía e-mail le envió la propia Rebeca. ¿Entonces? Se dijo
ayer en La Voz y se reitera hoy en El Correo, que el funcionario lo copió al
dedillo, en efecto, aunque añadiendo de su cosecha una coletilla de nada, una
frase sin mayor trascendencia pero que descargaba en la concejala cualquier
responsabilidad por lo que allí se firmaba. Esa cosita tan pequeña, ¿es para
tanto? ¿Añadir esa coletilla por cuenta propia no es alterar el documento? No,
para El Correo.
Dicho esto vaya por delante y por detrás que criticamos a
uno y otro periódico, a la suciedad de las formas empleadas por La Voz y al
infantilismo que despliega El Correo en sus argumentos. De ser cierta la visión
de El Correo sobre los intentos de coruñizar Santiago con la ayuda de La Voz
habrá que admitir que, nos guste o nos repela esa posibilidad, es en cualquier
caso legítima. Tanto como el oponerse a esa amenaza. Pero, ¿es necesario tratar
de manipular a la opinión pública para conseguir uno u otro objetivo? No, por ahí no entramos.
Si hay que defender la autonomía política de Santiago, se
hará…pero antes ha de demostrarse que esa defensa merece la pena de verdad para
la ciudad, que es buena para ella y no solo para (otro) lobby que no sabemos si
es feroz, el de Caperucita o el del turrón. Antes de defender esa autonomía hay
que saber si quienes la representan están a la altura de Compostela. De toda
Compostela. Y eso solo puede saberse con la verdad en la mano. Ni con golpes
bajos, ni con defensas interesadas ni, mucho menos, con venganzas personales.
Enlaces Relacionados:
*El Correo Gallego: Ni Currás presionó a Domínguez, ni el funcionario falsificó el documento
3 comentarios:
Su artículo me deja ni frío ni caliente, ni seco ni mojado, ni molesto ni contento.
Vaya, como si no lo hubiera escrito, lo mismo da.
Si disponer de tanta información no le sirve para forjarse una opinión mejor que lo deje.
Señor mío, si después de leerme no es capaz usted de entender mi forjada opinión, lo lamento. O no. Atentamente, Ana.
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