Corruptela Aberta: Jorge, sé fuerte

Por Ana Ulla

No resulta decoroso hacer leña del alcornoque caído, como tampoco lo es el revuelo formado con el asunto de Jorge Duarte, imputado pero solo en el país de Matrix. El concejal, por suerte para Santiago, posee un sentido de la responsabilidad que ningún esclavo e ignorante podrá jamás llegar a comprender ni harto de vino. Duarte es una persona fuerte capaz de hacer bien su trabajo sin necesidad de saber cuál es, y ahora se le quiere castigar por ello. Pero no podrán. En peores situaciones se ha visto el arrojado político y ha salido victorioso, borracho de orgullo y ebrio de satisfacción. Llevó a la quiebra, literalmente, al Colegio de Arquitectos de Galicia y planteó un ERE de dieciséis trabajadores para poder seguir al frente y cuando lo echaron a patadas no fue solo a él, sino a la eficacia, la profesionalidad y la responsabilidad a quienes echaron. La ignorancia es así de atrevida, pero nada de eso le afectó porque  fue una patada con efecto, el bien es expansivo de suyo y como sus políticas emanan del pueblo, él es de Boimorto, encontró cariño, afecto y sosiego en el colo de Martiño, el Estadista, el mismo que se cayó de pequeño en una marmita como su alter ego en un barril. No hay fronteras para los valientes, no hay límites para la inmortalidad, no hay descanso para quien sueña un mundo justo, de ahí que el bravo concejal presentara para las elecciones un proyecto de Intermodal irrenunciable y si rectificar es de sabios,  Duarte lo es, que en solo un año aprobó el proyecto contrario, el inaceptable, y para demostrar su fuerza, fue capaz de aguantar la risa todo el acto, prueba palpable de su grandeza interior. Y es que la hombría se demuestra en el día a día de cada noche y Jorge, paladín de los necesitados, fue quién de no querer entristecer a toda una ciudad, la valentía de ser alegre, ocultando durante semanas la investigación del fiscal y las declaraciones de funcionarios como muestra y botón de cómo con simples gestos es posible evitar que la gente sufra, él sufriría por todos ellos, por todos nosotros, por esta ciudad que ni lo vio nacer ni vivir, pero que es la suya, y por eso ha preferido beber él solo el amargo sinsabor de este cáliz, un trago, dos tragos, diez, otra ronda, y los todos cálices que cuerpo tan serrano aguante.

Porque sabemos que la grandeza de un concejal como Duarte no se mide por amigos de los de cuota, sino por sus enemigos. Que todos los sindicatos con representación en el Concello suplicaran que se fuera a su casa de una puñetera vez es prueba de su gallardía, de que está haciendo las cosas bien. Ladran, diremos aquí, luego cabalgamos sobre contradicciones. Sindicatos, poderes ocultos, maquinaria de enfangar, todo se ha unido contra el benemérito entre los beneméritos pero no está solo: sabe que ha hecho lo correcto y tiene la conciencia tranquila, Duarte es capaz de poner la otra mejilla las veces que haga falta, es de hormigón armado y sabe que aguantará los golpes que vengan. Solo personas incapaces de comprender el valor de la amistad puede acusar a tan agarimoso concejal, amigo de sus amigos, una virtud inasible para los tristes que no comprenden el valor de tan noble sentimiento, la valía de semejante bien, ignorantes como son de que en la amistad, como en una barra barra libre, no hay otro derecho que el de admisión. 

Coraje, Jorge, coraje. Los tuyos ya han hecho piña en torno a Martiño clamando por su inocencia porque, salvando a Martiño, también te salvarán a tí. ¿Has visto que jugada más inteligente? Parece una cosa para que crean que es la contraria pero en realidad es lo que parece que parece pero al revés. La inteligencia del partidazo que fundaste no merece este trato, no. Ahora que no está Fidel pocos soportaríamos tu ausencia si tú también dimitieras. No lo hagas, en un mundo injusto dimitir sería la gota que colmara la conca de barrante. No dimitas, por favor o, si lo haces, tramita tú mismo ese expediente, tanto da. En una ciudad de tanta mafia como Santiago, Duarte es un don.

Aquí sabemos que dices la verdad porque en política la mentira tiene las patillas muy largas. 

Ana Ulla: lampreasyboquerones@gmail.com