Una de las consecuencias más sorprendentes por divertidas del nuevo debate suscitado por el viejo “botellón”, ha sido el de las personas que se han sentido aludidas con solo cambiar el vocabulario. Así, poco les importaba a estos que el anterior gobierno municipal llamaba “usuarios de la noche “(sic) el que les calificaran como borrachos, incívicos, insolidarios, destrozones o gamberros, pero lo de criminalizarles llamándoles delincuentes ya es demasiado. Y con razón, claro. Tal vez porque el “botellón” no sea en sí un problema sino solo un síntoma de cierta enfermedad de una sociedad que se cuela por el sumidero y que jamás se solucionará con prohibiciones o mano dura. De ahí que poco les importara el que se cuestionara la catadura moral de los botelloneros porque a ellos mismo les trae al pairo, pero lo de jugar con su honorabilidad social criminalizándole ya es punto y aparte porque esto, al contrario que la podredumbre del alma, sí aparece en los currículos. ¿Se ha dado usted cuenta que todos los sinvergüenzas acaban con un Audi? No es que todos los que tienen Audi sean sinvergüenzas, claro que no, pero sí que todos los sinvergüenzas acaban con un Audi. Cosas de la vida, supongo.
Ha sido pues divertido ver cómo saltan ahora quienes pasaban de las críticas de los bienpensantes al sentirse aludidos porque ellos, dicen, ni se emborrachan, ni ensucian ni destrozan el mobiliario urbano. Pues lástima, porque además de mequetrefe demuestran ser unos soso aburridos.
Y es que a nosotros nos importa bien poco lo de estos bebedores, que vayan a emborracharse, a hacerse un té o a comerse un lechón, lo lastimoso es que al verlos nos evoque a una manada de borregos, van al “botellón” porque allí van todos, como ovejitas, porque es lo que hay que hacer, a pasárselo bien (o no) porque lo hacen “todos”, y en este plan. Eso sí es preocupante porque lo demás, pluf, ¿Se emborrachan? pues que revienten. ¿Hay menores? Pues que se preocupen sus padres. ¿Molestan o destrozan?, pues a regalarles un after hour porque sí que hay “VARITA MÁGICA” a pesar de que lo nieguen los políticos, se llama “porra” y suelen llevarla los policías en el cinto.
Así que tranquilos, porque aunque no todos los jóvenes tienen cuartos suficientes para beber tanto que luego lleguen a quedarse dormidos al volante de su coche, lo de delincuentes no va por ellos, sino que la historia es otra: unos pretenden demostrar que tienen “autoridad” y otros demostrar que los anteriores “no solo no representan a la juventud sino que están contra ella”. Así de sencillo. Y mientras los jóvenes seguirán, como borregos, donde les lleven unos y otros.
Beeeeeeeeeeeeeeeeeeee…..ya voy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario