miércoles, 7 de septiembre de 2011

Del Caso Capón (y van...) al Gallo de Morón

A vueltas y revueltas con el Caso Capón (o Caso Espadas o Caso Filtraciones, según el medio que usted prefiera que le manipule), a propósito de las recientes comparecencias de los más que ex Sánchez Bugallo y Bernardino Rama, los dos palmos de narices que hasta ahora teníamos los ciudadanos se han multiplicado por otros dos (cuatro en total, para que los de Ordes no se agobien haciendo cuentas). Y es que lo que parecía ser nada se ha convertido en menos aún al saberse que el primer ex, ex alcalde en este caso, al ver el atestado, o lo que pudo leer, dice, pues unas páginas estaban borrosas y otras no las leyó sin más (¡) lo dejó en una mesa a la puerta de la entrada del Concello (dice El Correo, vaya usted a saber). Así que relata que hasta treinta policías tuvieron conocimientos de los hechos, lo hechos por Ángel Espadas con su auto el día de autos, es decir, que hemos de entender que las posibles filtraciones pudieron venir por cualquier lado, excepto por el suyo. Bien…

Lo malo, o lo peor, es que Bugallo lo dice en un tono como que pareciera no importarle. Y lo “más peor” aún es que su postura parece estar ampliamente apoyada por ciertos sectores de la sociedad que afirma que el derecho de información de los ciudadanos ha de prevalecer sobre el derecho a la intimidad de un cargo público. ¿Es así?

Únicamente posturas viciadas por la tendencialidad política podrían justificar o demonizar este argumento, al menos tal y como se está exponiendo estos días.

Por un lado y que se sepa, en ningún momento fue ocultada o secuestrada la noticia, recuérdese si se quiere, que al saltar a la luz pública habían transcurrido más de veinticuatro horas desde la comisión del delito (no decimos presunto porque ya fue reconocido por el autor). Todo un día en el que al parecer la noticia pasó de unos a otros por la vía de las filtraciones, denuncia el Pp, hasta que llegó a saberse por el gran público vía página web de la Cadena SER. De este planteamiento cabe que saquemos algunas conclusiones grotescas.

Primero, que los medios de comunicación en Santiago son una patata, informativamente hablando. Se habla de filtraciones cuando ha transcurrido un día de la presunta (esta vez sí) exclusiva informativa. Una patata y sin sazonar porque ni en sus ediciones digitales se menciona el asunto (sabemos que entre galas y oremus poco les importa a la actualidad a los directivos de los tales medios, pero dice mucho del escaso respeto que tienen tanto por los ciudadanos como los profesionales que trabajan o colaboran en ellos) salvo aquel intento de exclusiva que el propio El Correo difundió el lunes cuando ya nadie había quedado sin enterarse.

Segundo, que durante todo un día el Pp tuvo tiempo sobrado, no para actuar como lo hizo a partir del lunes, con nocturnidad (por más que fuese primera hora de la mañana, pues ellos son así de “sobraos” cuando se ponen flamencos), dando la callada por respuesta sin que nadie hubiese siquiera preguntado, tiempo sobrado para adelantarse a los acontecimientos y haber actuado con la sensatez que se les suponía. Pero no, oiga, dejaron pasar ese tiempo para luego poner el grito en el cielo y la denuncia en el juzgado, jugando al despiste con la celebración del juicio rápido y tratando de distorsionar un hecho probado, el delito, arrojando estiércol sobre él. Porque podrán tener razón con la denuncia, ojalá que no por el bien de todos, pero durante esos tres días críticos la filtración no era el asunto principal. Escupieron hacia arriba y ahora toca apartarse porque les puede caer encima. ¡Ah! ¿Les valió electoralmente? Eso entonces ya sería otra historia…

Y tercero, por lo que hace al PSOE, existiendo como existen cuando menos sombras más que sospechas sobre una posible filtración, en lugar de echar balones fuera debieran ponerse al frente de la investigación porque en tal caso la filtración, al afectar a una esfera privada por más cargo público que fuese Espadas, atentaría contra el derecho más sagrado que todavía hoy, aunque cogido con alfileres, podemos tener los ciudadanos, el del respeto a la intimidad y la propia imagen. Es triste que no lo hagan, por no decir preocupante, pero eso solo lo clarificará el tiempo. Derecho a la intimidad no porque lo recoja la Constitución, que ya vemos lo que tarde en modificarse si cuadra, sino porque solo en el seno de esa intimidad personal pueden desarrollarse en plenitud los demás derechos, comenzando por el de la libertad ideológica y de pensamiento.

En efecto, hemos de creer que no hay derecho individual superior en ninguna circunstancia al mencionado, es el pilar fundamental de una sociedad libre y por muy tarugo que haya sido Espadas, por terriblemente torpe que haya sido el Pp, el PSOE debe arrimar el hombro en esa investigación. No está en juego la alcaldía, como entonces, no el prestigio de unos u otros, la mala praxis o no, es la propia esencia de las libertades la que puede verse salpicada si se demuestra que alguien jugó con datos personales de un ciudadano, ya fuera ese alguien un simple policía, un concelleiro o el mismísimo Zapatones que se colara en una noche brava en Raxoi.

De sobra quedó acreditado el delito de Espadas, de sobra la torpeza y hasta mala fe del Pp en esos días. A los ciudadanos solo nos queda confiar que ahora, pasadas aquellas mareas electorales, el PSOE no actúe como lo está haciendo, como si no le importara que una libertad individual pueda estar en juego, comprometida. “Lo único probado,- dice y repite Álvarez-Santullano,- es que el señor Espadas…”. Sí, lo sabemos. Nuestro miedo es otro, y con esas palabras solo lo alimenta.

Pues bien, esta es (muy someramente, apenas un espozo) nuestra opinión. Por nuestra parte ya sabe que, como siempre, nos interesa un bledo la suya de usted.

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