…pero como yo no era aficionado a los Toros, no me importó…
Cerró sus puertas la Monumental de Barcelona. La ciudad por la que entró la Tauromaquia en la Península, unos dos mil quinientos años antes de que exisitiera nada en la Península, ha sido la primera en despedirse de ellos. Prohibirlos en definitiva, esa prebenda de la libertad cuando se alimenta de sí misma hasta desaparecer.
De poco sirve entablar un diálogo o una confrontación con los autodenominados antitaurinos, de nada sirve cuando se trata de rebatir frases hechas más o menos afortunadas, tópicos, falsedades consolidadas y, en definitiva, ignorancia.. Noble causa la de la defensa de los animales, noble causa que pierde su legitimidad cuando para alcanzar su fin se vende (¿gratis?) al poder político espurio. Pero…¿de verdad son defensores de los animales?
Si ponemos frente a frente las argumentaciones antitaurinas y las taurinas, si la lógica de las cosas consiente tamaña osadía, cualquier observador podrá considera que hay tantos argumentos a favor como en contra de una y otra postura. O lo que es lo miso, puede pensarse que cabe dudar de unos y otros. Puede haber dudas, en definitiva.
El resultado de lo anterior es claro: en caso de duda no se ha estado por la libertad, sino por la prohibición. ¿Tanto vale la política? No, es solo un síntoma…
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