El acuerdo municipal para dar a una calle compostelana el nombre de
Manuel Fraga
ha puesto de manifiesto dos cosas: primero, que los técnicos encargados de la tarea de buscar nombres que generen consenso (es decir, nombres de personajes que no interesan a nadie) merecen que se les dedique una calle a tales técnicos; y segundo, que debe abandonarse esta práctica y dejar que sean los vecinos de la rúa quienes decidan poner nombre a la calle donde viven, pues a fin de cuentas son los únicos con un mínimo de interés auténtico en el asunto.
En cualquier caso no deja de ser llamativa la creencia popular de que dedicar una calle a alguien o algo es algo positivo, un reconocimiento, un alarde de justicia, y se pregunta uno, ¿de vedad lo es? Porque es difícil encontrar justificación a semejante creencia después de echarle un vistazo al callejero de cualquier ciudad. En fin, allá cada cual con sus neuras… y las juventudes del Bloque con las de todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario