Diseño futurista de una redacción (modelo Amy Martin) |
Por Ana Ulla
Ha resultado interesante comprobar cómo, al recibir los dos únicos periódicos de Santiago graciosas gratificaciones por parte de este Concello, cada cual ha tomado partido por una de las facciones que lo componen, se las han repartido. Injustificable, sí, aunque aritméticamente justo. Sin embargo, ¿es también moral? Lo decimos porque esos cuartos, que son públicos, ¿condicionan su trabajo, su información y su opinión?. ¿Sería preferible que informaran sin esos “argumentos” a la vista en la contabilidad? ¿Variaría el tipo de información, su enfoque? Cuanto menos, nos queda la duda, patrimonio único ciudadano.
Podríamos pensar que, sin esas ayudas, acaso se sentirían
libres de escribir u opinar sin presión, presumir de poder hacerlo y, llegado
el caso, hacerlo. Aunque para ello tuvieran que morir en el intento de buscar
ese dinero en anunciantes privados a los que tendrían que vender, no sus
arrumacos con los poderosos, sino todo lo contrario, su libertad, su falta de
ataduras. Porque los dineros siempre hay que devolverlos a su tiempo o ellos
solos se encargarán de retornar a sus legítimos dueños. Obviamente a ninguno se
le ocurriría decir públicamente aquello de “escribo así porque cobro, o no, de
quien debo escribir”, lo hacen y punto. Es lógico, pues reconocer que se desea
o se depende del siempre condicionante dinero público es una forma de admitir
el fracaso empresarial, al menos moralmente.
Aunque no tanto como el reconocer que se quiere ese dinero y
que, si no se le da, se informará o se opinará para “castigar” a quien se lo
niega hasta que “recapacite”. Eso no se
hace, suena mal, como a chantaje, a KGB. Hacerlo sería acabar con el último
reducto de credibilidad profesional que pudiera albergar para sus lectores, y
el último rescoldo de integridad moral para unos anunciantes a la carrera. Porque
este criterio no implicaría una cuestión de profesionalidad, sino de empresa, y
no podemos creer que hubiera profesional capaz de admitir una hora más que el
criterio económico debe prevalecer en todo caso sobre el periodístico ya que,
al parecer, “sin periodistas no hay democracia”, según se grita cuando no hay
jefes cerca.
No. Pocos lectores y menos anunciantes confiarían en una
empresa que reconociera, en un calentón,
que en el fondo su línea editorial vendrá dada según se le da o no
dinero público. Ningún profesional lo admitiría, todo lo que dijera carecería
de valor o interés. Ninguno de los periódicos que han recibido dinero público
por parte del Concello, y no poco, reconocería esto, que se ven condicionados en
sus opiniones por obtener o no esos pagos. Jamás lo admitirían. Todo lo pueden consentir
menos quedar como malos profesionales. O como tontos (aunque dignos)
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