viernes, 25 de enero de 2013

¡Ah! Es decir, si también hubieran pillado opinarían distinto


Diseño futurista de una redacción
(modelo Amy Martin)

Por Ana Ulla

Ha resultado interesante comprobar cómo, al recibir los dos únicos periódicos de Santiago graciosas gratificaciones por parte de este Concello, cada cual ha tomado partido por una de las facciones que lo componen, se las han repartido. Injustificable, sí, aunque aritméticamente justo. Sin embargo, ¿es también moral? Lo decimos porque esos cuartos, que son públicos, ¿condicionan su trabajo, su información y su opinión?. ¿Sería preferible que informaran sin esos “argumentos” a la vista en la contabilidad? ¿Variaría el tipo de información, su enfoque? Cuanto menos, nos queda la duda, patrimonio único ciudadano.
Podríamos pensar que, sin esas ayudas, acaso se sentirían libres de escribir u opinar sin presión, presumir de poder hacerlo y, llegado el caso, hacerlo. Aunque para ello tuvieran que morir en el intento de buscar ese dinero en anunciantes privados a los que tendrían que vender, no sus arrumacos con los poderosos, sino todo lo contrario, su libertad, su falta de ataduras. Porque los dineros siempre hay que devolverlos a su tiempo o ellos solos se encargarán de retornar a sus legítimos dueños. Obviamente a ninguno se le ocurriría decir públicamente aquello de “escribo así porque cobro, o no, de quien debo escribir”, lo hacen y punto. Es lógico, pues reconocer que se desea o se depende del siempre condicionante dinero público es una forma de admitir el fracaso empresarial, al menos moralmente.
Aunque no tanto como el reconocer que se quiere ese dinero y que, si no se le da, se informará o se opinará para “castigar” a quien se lo niega hasta que “recapacite”. Eso no  se hace, suena mal, como a chantaje, a KGB. Hacerlo sería acabar con el último reducto de credibilidad profesional que pudiera albergar para sus lectores, y el último rescoldo de integridad moral para unos anunciantes a la carrera. Porque este criterio no implicaría una cuestión de profesionalidad, sino de empresa, y no podemos creer que hubiera profesional capaz de admitir una hora más que el criterio económico debe prevalecer en todo caso sobre el periodístico ya que, al parecer, “sin periodistas no hay democracia”, según se grita cuando no hay jefes cerca.
No. Pocos lectores y menos anunciantes confiarían en una empresa que reconociera, en un calentón,  que en el fondo su línea editorial vendrá dada según se le da o no dinero público. Ningún profesional lo admitiría, todo lo que dijera carecería de valor o interés. Ninguno de los periódicos que han recibido dinero público por parte del Concello, y no poco, reconocería esto, que se ven condicionados en sus opiniones por obtener o no esos pagos. Jamás lo admitirían. Todo lo pueden consentir menos quedar como malos profesionales. O como tontos (aunque dignos)


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