No entendíamos por qué el presidente Touriño repetía tanto que la economía gallega iba sobre ruedas hasta que hemos sabido que en realidad se estaba refiriendo a su nuevo coche. Se trata, claro está, del vehículo oficial, ese del que por razones de seguridad no podemos conocer su precio, tampoco el oficial, de manera que el asunto amenaza con quedar en punto muerto.
Y sin embargo, desde el Partido Popular se cargan las tintas contra la flamante adquisición del presidente en un acto que ciertamente no pasa la ITV de la demagogia, pero qué verdad es que en estos tiempos de crisis la demagogia es de las pocas cosas que siguen siendo gratis, desde luego más que lo que se gata la Xunta en coches oficiales al mes, así que sigamos con ella.
Naturalmente, quien más ha criticado desde la parrilla popular el asunto del coche es el señor Rueda, no podía ser otro, quien ha puesto la directa buscando desmentir la información, también oficial, del desgaste por kilometraje del vehículo anterior. Como suele ocurrir en estos casos la verdad se reparte por barrios y no lograremos saber quién se está pasando de frenada, y menos ahora desde que saltó el escándalo de los talleres que alteraban los cuentakilómetros. Eso sí, es preferible que se malgaste el dinero en coches de alta gama antes que verle hacer el mamarracho en taxi por la Moncloa como el ínclito Revilla.
Esperemos al menos que entre compañeros de partido alguien se acuerde de regalarle el coche antiguo al pobre Sánchez Bugallo, que viéndolo con esa tartana por el empedrado de Santiago no es de extrañar que se cuestione la patrimonialidad cultural de Compostela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario